miércoles, 19 de marzo de 2025

Tiramonti, Guillermina. (2001). Modernización educativa de los ´90. ¿El fin de la ilusión emancipadora? Susana Di Pietro, Buenos Aires

Tiramonti, Guillermina. (2001). Modernización educativa de los ´90. ¿El fin de la ilusión emancipadora? FLACSO/Temas. Buenos Aires: Grupo editorial,

127 páginas.

16$       ISBN 987-9164-55-7

Reseñado por
Susana Di Pietro
Buenos Aires

5 de noviembre de 2001

Resumen En este libro Tiramonti se ocupa de analizar el impacto sobre la educación de los profundos cambios sociales, económicos y culturales experimentados en la última década, y los efectos de las reformas educativas implementadas en la Argentina. Dado que esos procesos no son independientes, sitúa la reflexión en el espacio en el que confluyen "la estructura, el sector y los sujetos". Tiramonti rechaza las interpretaciones más frecuentes sobre las reformas educativas de la última década: aquella que las juzga como la "punta de lanza de las políticas neoliberales" y la que las entiende como una "recreación del iluminismo progresista". Plantea, al contrario, que deben ser consideradas como variables intervinientes que reforzaron o resistieron tendencias más amplias, como: la generalización de las estructuras sociales polarizadas y la fragmentación de la educación, la configuración de un "nuevo mapa de responsables," los cambios en la constelación de valores, y la heterogeneización de los actores, modos de gestión e identidades presentes en el sector educativo.

Abstract

In this book, Tiramonti analyzes the deep cultural, economic and social impact of Argenitna's educational reforms during the decade of the 1990s. Analyzing the profound connections of the social, economic, cultural and educational processes, Tiramonti dismisses the traditional interpretations that conceptualizes these reforms as expressions of either "neoliberal" or "progressive illuminism." Instead, the author points to the need for seeing these processes as intervening variables which reinforced and/or hindered already widespread and existing tendencies, viz., the generalization of social polarization, educational fragmentation, and the configuration of a new "map of responsibilities," changes in values and management practices within the educational sector.

El impacto sobre la educación de los profundos cambios sociales, económicos y culturales experimentados en la última década, y los efectos de las reformas educativas implementadas en la Argentina, en tal contexto, son objeto de preocupación de este libro. En virtud de que esos procesos —lejos de ser independientes— presentan conexiones que merecen ser examinadas, Tiramonti propone situar la reflexión en el espacio en el que confluyen "la estructura, el sector y los sujetos".

Cabe aclarar que el proceso de reformas del sistema educativo argentino de la última década se inicia en 1992, a partir de la descentralización definitiva del sistema y la transferencia a las jurisdicciones provinciales de la gestión, administración y financiamiento de las instituciones del nivel medio y superior no universitario. Y continúa con la sanción en 1993 de la Ley Federal de Educación, que fundamentalmente cambia la estructura del sistema a través de la creación de la Educación General Básica constituida por tres ciclos (el último de los cuales incorpora dos años de la antigua escuela secundaria), extiende a 10 años la escolaridad obligatoria (incluyendo un año de preescolar y los 9 de la educación básica) y crea el ciclo Polimodal con orientaciones diferenciadas y de carácter no obligatorio (ciclo en el que se transforman los tres últimos años de la anterior educación secundaria).

En relación con los cambios más amplios, la enumeración de los fenómenos que, en los últimos tiempos, modificaron drásticamente el escenario en que se desenvuelve la educación, es extensa. Entre ellos se cuentan la tensión generada entre el mantenimiento de la institucionalidad democrática y la profundización de la desigualdad social, la imposición de políticas de ajuste por parte del nuevo modelo de acumulación, la globalización, la crisis de legitimación del Estado nacional, la creciente marginación social causada por la expulsión del mundo del trabajo, el desplazamiento de la cultura letrada por la de los medios masivos de comunicación.

Según Tiramonti esos cambios, al cuestionar el andamiaje fáctico de la modernidad, exigen que la escuela —como institución moderna— sea repensada y amenazan la "ilusión emancipadora" que históricamente supo encarnar. Hasta la década del ´80 en la Argentina:

"la educación concretó para varias generaciones el sueño del ascenso social y cooperó de forma sustancial en la construcción y diferenciación de una estructura social caracterizada por la existencia de una amplia y heterogénea clase media, principal beneficiaria de una prestación educativa que a partir de los años ´60 se hizo extensiva (fundamentalmente en el nivel primario) a los sectores obreros" (p. 100).

En el presente, entonces, tanto el carácter igualador de la educación pública —en el sentido antes mencionado— como su función homogeneizadora de la diversidad cultural, estarían siendo cuestionados.

Sin embargo, la posición sobre este punto de crucial importancia —a juzgar por la pregunta que oficia como subtítulo del texto: "¿El fin de la ilusión emancipadora?"—no es uniforme a lo largo de toda la obra. En ciertos pasajes la autora se pregunta si es posible en la actualidad "recrear" el sentido liberador de la acción político-educativa del Estado; reconociendo así el carácter abierto del interrogante. En otros, opta por una respuesta negativa al ratificar que el sistema escolar es hoy fuertemente selectivo y cristalizador de una sociedad dualizada (en vez de igualador de las diferencias). De todos modos, más allá de esas respuestas, es preciso destacar el supuesto que subyace a la misma pregunta: la escuela encarnó una ilusión emancipadora (sea o no posible su continuidad en el contexto actual). Concretamente se afirma que:

la escuela representó, tanto para el imaginario social como para los pedagogos y los teóricos del liberalismo político, la institución capaz de efectivizar el ideal de la igualdad a través de la actualización de las potencialidades individuales, la articulación de las individualidades en un espacio común y la regulación de sus conductas por medio de la socialización de los valores sancionados (p. 13).

Como se advierte, en vistas del desalentador panorama educativo vigente, Tiramonti rescata un pasado en el que la institución escolar supo concretar "el sueño del ascenso social," contribuir en la construcción de una estructura social caracterizada por un fuerte peso de la clase media y, luego, extender sus beneficios también a los sectores obreros.

Si bien la autora reconoce que —al no haberse sostenido esta expansión por la inversión material y simbólica necesaria para atender a los nuevos sectores— la democratización fue acompañada por el desarrollo de un sistema selectivo basado en la expulsión, la creación de circuitos diferenciados y la desjerarquización de la escuela pública; no obstante, sostiene que la Argentina se caracterizó por un modelo educativo integrador, culturalmente homogeneizador y garante de movilidad social ascendente (a diferencia de otros países de América Latina que, desde sus orígenes, conformaron sistemas altamente selectivos y fragmentados). En tal sentido, siguiendo el pensamiento de Tiramonti, podríamos concluir que nuestro sistema educativo se está latinoamericanizando al compás de las transformaciones de los ´90.

Tal como puede apreciarse, el supuesto examinado —la escuela encarnó un ideal igualador y emancipador— da cuenta de la perspectiva liberal desde la cual se interpreta el desempeño del sistema educativo. Como enseñaron las teorías críticas hace ya varias décadas, la evidencia empírica de la —mal llamada— "movilidad social" que otrora la escuela pudo generar no es obstáculo para advertir que, en sociedades estructuralmente injustas, el sistema escolar se encuentra condicionado a reproducir esa desigualdad, en vez de suprimirla. El reconocimiento de que la "democratización" y expansión de la educación pública a las mayorías se acompaña de formas de selección y diferenciación al interior del sistema escolar, de acuerdo con el origen social, pone seriamente en duda la supuesta acción emancipadora que se atribuye a nuestro pasado educativo. Este fenómeno ya ha sido denunciado en nuestro país a mediados de los ´80, por autores como Tedesco al demostrar que el sistema educativo "no pierde fácilmente su poder diferenciador sino que permanentemente se recrean formas y mecanismos para restablecerlo" (1985: 38), tales como la "fuga hacia adelante" en el proceso de obtención de credenciales educativas, el "vaciamiento" de contenidos en los niveles que tienden a universalizarse, y el "proceso de segmentación interna" del sistema escolar 1.

La misma óptica liberal desde la que se describe la acción de la escuela está presente también en muchas de las referencias de Tiramonti al propio Estado, al que alude como un "actor" de central importancia en el proceso de regulación social y "árbitro en la distribución de la riqueza". El señalamiento, por parte de la autora, de que las modificaciones estructurales experimentadas últimamente —tales como el fenómeno de la globalización (generadora de circuitos mundiales de circulación de bienes, servicios y recursos humanos que barren las fronteras nacionales) y el proceso de reconversión económica (que instituye la racionalidad del mercado como el modo de lograr un orden compatible con las exigencias de competitividad internacional)— recortan la presencia del Estado, lesionan su capacidad de mediación y, en definitiva, le ocasionan una fuerte crisis de legitimidad, no hace sino confirmar la adscripción teórica que hemos señalado. <>Al referirse a un Estado "en retirada" (que pasa a asumir una mínima expresión y cede lugar a la "lógica del mercado") Tiramonti desatiende el compromiso estructural que aquél tiene en la exclusión. Asimismo, cuando apelando a la noción de Estado penal sostiene que:

el Estado se transforma en gestor de la miseria (...) contiene la exclusión que genera el mercado a través de la penalización y de una acción educativa destinada a intervenir en la producción de subjetividades que se adaptan funcionalmente a una sociedad social y culturalmente fragmentada (p.15),
limita la responsabilidad estatal y circunscribe su participación exclusivamente al tratamiento de los efectos provocados por el mercado.

Aludíamos a la familiaridad de estos planteos con el enfoque liberal ya que, como es sabido, éste concibe al Estado como una institución que —alejada de los intereses sociales— se limita a evitar la concentración de poder en manos de grupos particulares y a reconciliar las aspiraciones en conflicto, desempeñando un papel de árbitro neutral. En las antípodas de este pensamiento, la perspectiva crítica sobre el Estado capitalista lo entiende como un Estado clasista que —aún gozando de un margen de autonomía relativa, que no debe ser obviado— se halla orgánicamente ligado a la reproducción de los intereses capitalistas y está, en consecuencia, directamente implicado en la producción de la exclusión (y no sólo en las políticas destinadas a posteriori a contenerla, perpetuarla o atenuarla)2.

En el contexto de los cambios hasta aquí analizados —a los que la autora califica como modernizadores y, a la vez, como generadores de desigualdad y desintegración social— tuvo lugar la política de reforma educativa de la última década que la publicación también propone examinar.

En el tercer capítulo del libro, "La reforma educativa nacional. En busca de una interpretación", Tiramonti y Suasnabar pretenden aventurar una lectura que escape del error en el que incurriría la producción bibliográfica sobre el tema: esto es, su carácter "fuertemente normativo". Aspiran, entonces, a evitar las dos posiciones más frecuentes adoptadas sobre la reforma educativa. Una de ellas la entiende como la versión sectorial de las políticas neoliberales; otra la considera como la continuidad de la tradición del iluminismo progresista que acompañó la creación del sistema educativo nacional. Si bien no explicitan lo que entienden por bibliografía "normativa" (¿aluden a lecturas tendenciosas, prejuiciosas, sesgadas?), parecería que creen posible una interpretación de la reforma dotada de ecuanimidad. Tras esa simplificación de las posiciones (a favor y en contra) suscitadas por la reforma educativa, pretenden desarrollar un análisis superador que escape, directamente, de la dicotomía.

Al margen de esta cuestión inicial, el artículo se aboca luego a la fructífera tarea de situar la reforma educativa nacional en el marco de la tradición reformista de la Argentina, compararla con las reformas educativas "comprensivas" europeas, la de España (en particular), y la chilena. Como se puede imaginar, el valor de esta labor radica en la importancia de interpretar una reforma a la luz de las experiencias o antecedentes previos con respecto a los cuales puedan hallarse inspiraciones y diferencias, continuidades y rupturas.

Asimismo, el capítulo contiene algunos de los planteos más críticos del texto, en tanto vincula la política de transferencia de escuelas medias a las provincias de 1992 con propósitos de recorte fiscal y adjudica al posterior cambio de estructura del sistema educativo la intención de aumentar los años de escolarización sin garantizar el acceso a la educación secundaria (reducida al ciclo polimodal) ni alentar presiones de ingreso a la universidad. En líneas generales, estas reformas perseguirían la finalidad de retener —como única estrategia de contención social ante el carácter desintegrador del modelo— y postergar el ingreso de una amplia masa de jóvenes al mercado laboral. De este modo, los cambios introducidos en el sistema no amenazan —según Tiramonti y Suasnabar— los procesos de selección y diferenciación social, ni combaten la fragmentación y diferenciación de los niveles terciario y cuaternario (caracterizados por fuertes distinciones internas).

Por otra parte, dado que el curriculum no estuvo exento del proceso de transformaciones operadas en educación en los años ´90, el capítulo escrito por Tiramonti, Dussel y Birgin--titulado "Hacia una nueva cartografía de la reforma curricular. Reflexiones a partir de la descentralización educativa argentina"--se dedica especialmente a su análisis.

Las autoras identifican en la reforma curricular dos planos: los cambios introducidos concretamente en el texto curricular, y los experimentados en el discurso y la organización que reconfigura el saber y las instituciones escolares condicionando, en consecuencia, la manera en aquel texto es puesto en práctica. Los mencionados planos coinciden con los dos sentidos de lo curricular: en su acepción estricta, el curriculum entendido como un texto prescripto y, en su acepción amplia, como un "campo discursivo" y "una propuesta de construcción de la autoridad cultural en una sociedad determinada" (p. 71).

A partir de esas definiciones iniciales, el artículo propone analizar los efectos de la reforma en las transformaciones que enmarcan la vida escolar en lo que hace a las relaciones de poder. Las fuentes teóricas de las que se nutre son los aportes de Foucault y Bourdieu sobre el poder y los campos sociales, la recreación de la teoría educativa efectuada por Popkewitz, así como caracterizaciones de la sociedad en la "posmodernidad periférica" de pensadores latinoamericanos como García Canclini y Sarlo.

Las autoras se definen como "cartógrafas-intelectuales" encargadas de la elaboración del "mapa" de la reforma, y —lejos de ser observadoras neutrales— se reconocen involucradas en la realidad social a analizar. Tras definir a la "cartografía" como la "puesta en acto de relaciones de poder", conciben las reformas curriculares como fenómenos de "reterritorialización", entendiendo por ello al "movimiento de re-ocupación estratégica" ante las fronteras establecidas en la modernidad con respecto a los territorios geográficos y sociales. Es decir, el mencionado concepto les posibilita "captar la reformulación de los límites y de las relaciones que están teniendo lugar en la educación argentina contemporánea" (p. 73).

La lectura del capítulo permite efectuar algunas apreciaciones, de diversa índole. Con respecto a cuestiones de forma, deseamos señalar que —al contrario de la intención de las autoras— el excesivo uso de las metáforas espaciales en muchos fragmentos oscurece gratuitamente el sentido, en vez de resultar esclarecedor. A modo de ejemplo, al referirse al hecho de que gran parte de las reformas en rigor sancionan el status quo anterior, provocando que las escuelas prestigiosas sigan concentrando la matrícula, mientras que las instituciones pobres continúan recibiendo a los docentes y alumnos que no tienen la posibilidad de elegir, las autoras dicen que "esto ha implicado para las familias pobres, la necesidad de construir nuevos mapas con los cuales moverse dentro de estos nuevos terrenos" (p. 92). Citamos lo anterior tan sólo como un caso ilustrativo de numerosos fragmentos en los cuales la utilización de metáforas en nada contribuye a la comprensión del sentido e, incluso, impide que las ideas transmitidas ganen en precisión.

En relación con el contenido, se debe valorar que las autoras adviertan que estos fenómenos de "reterritorialización" no tienen una eficacia todopoderosa y que el éxito del discurso de la reforma no está garantizado. Al contrario, numerosas oposiciones y resistencias pueden hallarse en el sistema (como las luchas sindicales, el rechazo a la reestructuración de los recursos públicos destinados a educación, la crítica de los directores y maestros a la modalidad de las políticas compensatorias adoptadas, etc.). No obstante, también señalan —acertadamente— que las estrategias de oposición y resistencia no siempre tienen un carácter progresista, ya que ellas mismas no son ajenas a las relaciones de poder vigentes. De este modo, el artículo trata de mostrar la imposibilidad de predecir la dirección concreta que seguirá el cambio.

Asimismo, debemos destacar que el capítulo aborda un tema de gran interés: el de las políticas focalizadas a través de las cuales se pretende, desde un modelo tutelar, abordar las consecuencias sociales de la reestructuración económica. Este modelo de asistencia crea "la figura del necesitado" que inscribe al receptor de esas políticas en un sistema de prebendas y obligaciones y no lo concibe como un sujeto de derecho. Haciendo uso del sentido amplio de curriculum ya mencionado (es decir, como campo discursivo y como una propuesta de construcción de la autoridad cultural en una sociedad determinada), Birgin, Dussel y Tiramonti entienden que fenómenos como el mencionado forman parte del nuevo curriculum, en la medida que son el contexto en el que el mismo se pone en práctica. En tal sentido, el análisis de la nueva modalidad que adoptan las políticas sociales que tienen lugar en el sistema educativo —que han dejado de ser universalistas para focalizar sus destinatarios— y sus implicancias, resulta sumamente provechosa.

Finalmente, en el capítulo titulado "Los sentidos de la transformación", Tiramonti analiza los elementos que en la década modificaron sustancialmente los rasgos característicos de los sistemas educativos de América Latina hasta la segunda mitad del siglo XX, producto de las transformaciones experimentadas en estos países al acoplarse al "orden globalizado".

Como adelantábamos, la autora se distancia tanto de la posición que interpreta a las reformas educativas como la "punta de lanza de las políticas neoliberales" como de la que las entiende como una "recreación del iluminismo progresista", porque comparten el error de otorgarle a la política una capacidad de orientar la realidad que no se condice con la crisis en la que la misma se encuentra (debido a su falta de adecuación a los cambios estructurales de nuestras sociedades).

A manera de alternativa, Tiramonti plantea una interpretación que, por su amplitud y en cierta forma su imprecisión, resulta incontrastable como hipótesis:

los cambios que se registran en el sector educativo obedecen principalmente a las profundas transformaciones sociales que tanto mundialmente como en cada una de las sociedades latinoamericanas modificaron los recursos y su distribución; a las posiciones relativas de los estados y de los grupos sociales en el interior de dichos estados; a las estrategias de los actores que interactúan en las diferentes esferas de negociación pública; a las identidades de los sujetos; a las formas de comunicación e intercambio; a los saberes disponibles y la validación social; a la jerarquía de los valores; a la distribución social de las responsabilidades; al papel de los Estados y de las diferentes agencias del orden, de los agentes de producción y distribución del saber, etc. (p. 98).

A partir de esa extensa enumeración que identificaría las causas de los cambios, la autora pretende demostrar que las reformas educativas no tienen la fuerza explicativa que se les suele asignar ya que, en todo caso, fueron "variables intervinientes" que acompañaron —reforzando o resistiendo— las tendencias emergentes, con independencia de las mismas. De este modo, le quita peso a la decisión política que impulsó las reformas educativas de los ´90 (y a su orientación), en tanto sostiene que en verdad esas reformas actuaron como "resignificadoras" de movimientos que atravesaron y aún atraviesan las sociedades latinoamericanas tales como:

  • la generalización de las estructuras sociales polarizadas y la fragmentación de la educación,
  • la configuración de un "nuevo mapa de responsables,"
  • los cambios en la constelación de valores, y
  • la heterogeneización de los actores, modos de gestión e identidades presentes en el sector educativo.

Al describir la primera tendencia, la autora consigna la polarización social y la severa concentración del ingreso que en América Latina produjeron o profundizaron los procesos de reestructuración económica de las últimas décadas, y da cuenta de la consecuente inequidad educativa en la que se expresa esa desigualdad social (tanto en términos de la cantidad como de la calidad de la escolarización a la que logran acceder los distintos sectores sociales).

En cuanto a la constitución de un nuevo "mapa de responsables"--segunda de las tendencias apuntadas— Tiramonti alude a la modificación del papel del Estado como garante del desarrollo y bienestar de la sociedad (y de la prestación del servicio educativo, en particular) junto con el predominio de discursos que enfatizan la libertad de los sujetos en la elección de su propia la trayectoria educativa. Esta exaltación del individualismo es evaluada, por la autora, como una "privatización de las responsabilidades y los riesgos en un contexto en el que pareciera que una buena parte de la población no dispone de los medios adecuados para asumirlos" (p. 106).

La tercera tendencia (vinculada a la precedente) consiste en los cambios conceptuales que se manifiestan en el discurso sobre educación y se pueden sintetizar en el desplazamiento del valor de la igualdad en favor de la defensa de la libertad. En este contexto, Tiramonti considera preciso reflexionar acerca de la posible compatibilización entre igualdad y libertad, rediscutir la forma de construir consensos sobre los valores que hagan posible la convivencia democrática, y debatir el sentido de la solidaridad y la pluralidad en sociedades tan fragmentadas como las de nuestra región.

Como última tendencia, la autora destaca la diversificación de los agentes educativos producida por las políticas de descentralización en las que el Estado nacional transfirió la gestión hacia jurisdicciones menores. Considera que estas medidas habrían acrecentado el espacio de autonomía de las escuelas y generado el involucramiento de la "sociedad civil" y de los "particulares" en la acción educativa. Pero entiende que, a su vez, habrían suscitado nuevas problemáticas como el establecimiento de una frontera más difusa entre lo público y lo privado, así como la producción de nuevas subjetividades (identidades competitivas, en aquellas escuelas que asumen los valores del mercado; o la interiorización de la condición de "indigentes" o "necesitados", en las acciones escolares fuertemente centradas en la función asistencial).

En definitiva, como decíamos, a partir del énfasis otorgado a los fenómenos descriptos Tiramonti intenta mostrar a las reformas educativas como procesos que moderaron o profundizaron las tendencias preexistentes y, en lugar de considerarlas como variables explicativas decisivas en los cambios que se han experimentado, prefiere limitar su papel al de "variables intervinientes."
 


Habiendo presentado las notas más destacadas del texto analizado, resulta útil cerrar estas líneas sintetizando las que a nuestro juicio constituyen sus principales debilidades y virtudes. Como aspecto insatisfactorio, entendemos que la interpretación política de las reformas educativas de la Argentina durante la última década que presenta este libro —sólidamente documentado y rico en la diversidad de ángulos desde los que aborda el tema— deja, sin embargo, una serie de interrogantes abiertos de innegable importancia, tales como: ¿esas reformas implicaron una modernización del sector (como lo sugiere el propio título de la obra) o la profundización de un sistema dualizado y excluyente (como indican claramente muchos de los capítulos)?, ¿ambas caracterizaciones son compatibles o mutuamente excluyentes (siendo que la noción de "modernización" tiene una connotación indudablemente positiva, opuesta a la implicancia negativa de los conceptos de "dualización" y exclusión")?. Creemos que la persistencia de estas preguntas podría deberse a la utilización de un enfoque liberal del Estado y de la sociedad que impide una lectura más comprensiva de los fenómenos abordados.

La indudable actualidad del tema, junto con la inscripción de la reforma educativa argentina en el marco de experiencias internacionales y de los propios antecedentes históricos de la Argentina, son, sin lugar a dudas, los aportes más valiosos. Asimismo, la intención de examinar no sólo los fenómenos estructurales sino los efectos en el plano de la subjetividad implica una decisión muy acertada.

En suma, pensamos que muchos de los análisis y las evidencias empíricas aportadas por esta publicación (mencionamos, a modo de ejemplos, la caracterización de las transformaciones operadas en las políticas sociales y la alusión a las políticas de evaluación del desempeño escolar) ganarían en potencial explicativo en el seno de un marco teórico que, cuestionando los planteos del pensamiento liberal, desentrañe las características y consecuencias de las transformaciones operadas en el sistema, las instituciones escolares, y la vida dentro de ellas de docentes y alumnos.

Acerca de la auotra de la reseña

Susana DiPietro es Licenciada en Ciencias de la Educación (UNLu) y alumna, desde 1998, de esta completando la Maestría en Ciencias Sociales--con orientación en Sociología--de FLACSO. Es Jefa de Trabajos Prácticos en la cátedra de Sociología de la Educación, en la Universidad Nacional de Luján, en donde esta investigando el "Discurso empresarial sobre la educación, la crisis y la reforma educativa en los ´90."

Acerca de la auotra del libro

Guillermina Tiramonti es especialista en políticas educativas. Coordina desde 1993 el Area Educación y Sociedad de FLACSO y actualmente dirige dicha institución. Es Prof. de Políticas educ. en la Univ. Nac. de la Plata. Directora de la Rev. Propuesta Educativa y coautora de los textos Conducción educativa y calidad de la enseñanza media,Las instituciones educativas: cara y ceca,Política de modernización universitaria y cambio institucional.

1 Tedesco analiza estas modalidades que adopta la función diferenciadora de la escuela en "Reproductivismo educativo y sectores populares en América Latina," en Madeira, F. y Mello, G. (comp.): Educação na América Latina. Os modelos teóricos e a realidade social, Cortez, San Pablo, 1985, pp. 33-60. En este texto el autor reconoce al reproductivismo el valor de haber roto con las ilusiones sobre la escuela sostenidas por el liberalismo y el economicismo educativo, a la vez que señala su insuficiente capacidad para explicar el desempeño de los sistemas educativos de América Latina —por tratarse de un pensamiento surgido en las sociedades capitalistas avanzadas— y la necesidad de adecuar sus planteos a la realidad educativa de nuestra región. Asimismo, un estudio de la desarticulación y segmentación del sistema educativo en la Argentina, entendidas como formas antidemocráticas de diferenciación puede verse en Braslavsky, C.: La discriminación educativa en Argentina, FLACSO, Bs. As., 1985.

2 Ver "Estadolatría y teorías ´estadocéntricas´: notas sobre algunos análisis del Estado en el capitalismo contemporáneo," en Borón, A.: Estado, capitalismo y democracia en América Latina, Universidad de Buenos Aires – Oficina de Publicaciones del CBC, Bs. As., 1997, pp. 271 a 301.


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