miércoles, 19 de marzo de 2025

Buenfil Burgos, Rosa Nidia (coord.) (2000) En los márgenes de la educación. México a finales del milenio. Libros reseñados por la Dra. Maria Teresa Yuren, Universidad Autónoma del Estado de Morelos, México.

 

Buenfil Burgos, Rosa Nidia (coord.) (2000) En los márgenes de la educación. México a finales del milenio. México, SADE-Plaza y Valdés, Serie. Cuadernos DeConstrucción Conceptual en Educación, No. 1.

254 pp.
ISBN: 968-856-849-X

De Alba, Alicia (coord.) (2000) El fantasma de la teoría. Articulaciones conceptuales y analíticas para el estudio de la educación. México, SADE-Plaza y Valdés, Serie Cuadernos DeConstrucción Conceptual en Educación, No. 2.

192 pp.
ISBN: 968-856-806-6

Gómez Sollano, Marcela y Bertha Orozco (coords.) (2000) Pensar lo educativo.Tejidos conceptuales. México, SADE- Plaza y Valdés, Serie Cuadernos DeConstrucción Conceptual en Educación, No. 3.

178 pp.
ISBN: 968-856-879-1

Libros reseñados por la Dra. Maria Teresa Yuren,
Universidad Autónoma del Estado de Morelos, México.

23 de agosto de 2001

LO LIMINAR DE LA EDUCACION Y ARTICULACIONES CONCEPTUALES PARA SU ANALISIS

Me da muchísimo gusto ver objetivados en estos tres magníficos volúmenes el esfuerzo de teorización de los participantes en el Seminario de Análisis del Discurso Educativo. Como lo he dicho en otras ocasiones, me congratulo de que todavía sea posible un espacio en el que investigadores rigurosos compartan generosamente sus hallazgos, sus formas de problematizar y sus herramientas de análisis. Con esto muestran en los hechos que realmente poseen y aplican las herramientas para deconstruir y resignificar un discurso que a muchos otros les hace caer en el inmovilismo, el individualismo y el catastrofismo. Por esto y por la calidad de los escritos que están contenidos en estos libros -excluyo el mío de esta calificación- les felicito muy cordialmente.

Me fue realmente difícil elegir el hilo para hacer esta presentación. En lugar de hablar de cada uno de los libros de manera secuencial, he preferido ir y venir de uno a otro dejándome llevar por las preocupaciones de cada uno de los autores, a quienes llamamos afectuosamente “los fantasmas” por aquello de atreverse a hacer cosas que asustan terriblemente a otros, en especial, por mantener contra viento y marea un seminario de investigación al que concurren académicos de diversas instituciones, y por hacer lo que Hegel llamó el esfuerzo del concepto.

La preocupación que se pone de manifiesto en los trabajos de Josefina Granja es la de los instrumentos de construcción de teoría en una sociedad compleja, diferenciada y heterárquica. La teoría, dice, más que desembocar en descripciones, diagnósticos y propuestas, conduce a problematizar los principios mismos en los que sustenta sus propias descripciones. Granja nos invita a revisar y repensar diversos caminos para teorizar: la ontología crítica de nosostros mismos o analítica arqueológica (Foucault), la reflexividad epistemológica (Bourdieu), la observación de segundo orden (Luhmann) y la deconstrucción de las significaciones (Derrida). Lo que se requiere –dice- es aprehender las lógicas de intelección de la investigación educativa y habilitarlas como herramientas para nuevos desarrollos, teniendo en cuenta que podemos tejer un entramado para el análisis conceptual que se ocupa de rastrear trayectorias y configuraciones emergentes, y para el análisis político que pone énfasis en las rupturas y el momento de dislocación.

Rosa Nidia Buenfil , la fantasma principal y encaminadora de almas que conduce a este grupo hacia el calvario del espíritu que es el trabajo conceptual, se centra en el análisis de la posmodernidad y la globalización y nos convoca a dejar de ver un vínculo necesario entre utopía y universalidad. Para ello - nos dice- podemos pensar lo universal no como a priori o derivación esencial y absoluta sino como particular que en un momento dado hegemoniza un campo por su capacidad persuasiva e interpelatoria. Podemos, entonces, pensar en utopías plurales, diferenciadas, heterogéneas, expansivas, si consideramos a la globalización en condiciones postmodernas. Si la vemos como posibilidad de circulación entre lo diferente, la resignificamos. Podemos, entonces, asociar globalización con contacto entre lo heterogéneo y buscar conexiones posibles entre políticas educativas globales y prácticas locales.

Edgar González Gaudiano emplea el término glocalizar para describir una dimensión integrada de lo global y lo local afectándose recíprocamente. No basta –insiste- pensar globalmente y actuar localmente como dicen los ecologistas alemanes, hay también que pensar localmente y actuar globalmente. Esto es especialmente importante en la perspectiva del desarrollo sustentable que implica no sólo la protección al ambiente sino también la distribución equitativa de la riqueza e intercambio tecnológico y científico. Por desgracia, este enfoque no está suficientemente desarrollado en el ámbito educativo- salvo en algunas especialidades y centros creados ex-profeso y, consecuentemente, tampoco se educa para el llamado consumo sustentable, pues ello implica navegar a contracorriente de los intereses corporativos de las grandes empresas.

El ensayo de Adriana Puiggrós nos hace ver la dificultad de esta tarea cuando nos muestra cómo el discurso educativo se ha construido en términos de costo-beneficio al utilizar indicadores de calidad ajenos a la lógica educacional. Siguiendo esta tendencia, el discurso de la calidad ha legitimado la aplicación de premios y castigos y la tarea de disciplinar a la comunidad para que acepte las reformas educativas. El análisis de Puiggrós también nos muestra cómo paradójicamente, la tendencia eficientista y de endeudamiento de las sociedades acaba por desembocar en la reducción del servicio educacional, sin siquiera cumplir su meta de eficiencia.

También preocupado por esa tendencia, José Solano presenta un texto en el que analiza el cambio que en América Latina ha tenido la noción de educación al pasar de la formación discursiva de la educación para el desarrollo, al modelo de Educación para la transformación productiva con equidad. En el primer caso, nos dice, bastaba la mano de obra calificada, en el segundo se da un replanteamiento de la idea de capacitación y formación que pone a la educación y el conocimiento, junto con la tecnología, como factores determinantes de la productividad.

El tema de las nuevas tecnologías está presente en dos ensayos de José Carbajal Romero. En la utilización de éstas –dice- hay una especie de olvido del límite. Sin embargo, su configuración no cuenta con un centro fijo ni un emisor privilegiado es una configuración incompleta. Esto favorece la insurgencia de propuestas que habían encontrado resistencia o negación en otros espacios. Desde esta perspectiva, podemos superar la mirada instrumental y la mirada apocalíptica de la mundialización de la tecnología a fin de producir prácticas que favorezcan usos creativos, abiertos y formativos.

Esto resulta sumamente viable en relación con la internet, que es una buena posibilidad de trabajo educativo siempre que se vea con una mirada desfundamentalizada y deconstructora que entre lo blanco y lo negro permita ver grises.

Una buena utilización de las nuevas tecnologías favorece el contacto cultural que, a juicio de Alicia de Alba, consiste en el intercambio de bienes culturales y la interrelación entre grupos, sectores e individuos de distintas culturas y con diferentes códigos semióticos y manejo y uso de signos. El contacto cultural –hay que admitirlo- es conflictivo y desigual, pero tenemos que aprender los juegos de lenguaje del contacto cultural y construirnos como jugadores en esta arena, relacionando los planos culturales global, regional y local. Para jugar ese juego la persona ha de constituirse como sujeto político y como sujeto educativo en dos ámbitos discursivos cuya lógica es diferente: disyuntiva, en un caso (así, decimos: nosotros o ellos) y conjuntiva en el otro (y decimos: nosotros y ellos).

Pero la conjunción no es tersa Alexis López nos recuerda que los proyectos educativos son superficies sobre las que se inscriben tensiones entre lo universal y lo particular, entre inclusión y extensión. Por ello, en su trabajo pone bajo sospecha dos proyectos educativos y busca huellas de las dinámicas de poder entre culturas, teniendo como referentes antagonismos y como hegemonizaciones.

Marco A. Jiménez, por su parte, analiza el espacio escolar como dispositivo en el que se juega el saber, el poder y la subjetivación. Su mirada arqueológica le lleva a concluir que aunque se diga que la escuela y el aula modernas pretenden mejorar la inteligencia del niño y aumentar su felicidad, el niño desaparece como en cato de magia, perdido en la niebla densa de expedientes, listas, reglamentos y prescripciones. Un examen de la escuela moderna, le permite caracterizar a la escuela como archivo, es decir como el lugar en el que es legítimo: imprimir, consignar, registrar, mantener la memoria de los fundamentos morales, de control y disciplinarios que garantizan un orden simbólico.

El campo discursivo de la educación controladora queda subvertido por la forma en que la participación es resignificada en las experiencias de educación de adultos que analiza Mercedes Ruiz. En ellas, la participación es significada como desarrollo, corresponsabilidad, movilización, democracia, acción voluntaria, solidaridad y acciones efectivas; en ellas, la sociedad civil emerge como sujeto educador, y la educación se realiza práctica hegemónica que se entreteje con el proyecto social y con lo popular-colectivo.

El espacio educativo (que define posiciones entre agentes y grupos) y el archipiélago educativo son nociones que nos permiten pensar una configuración discursiva en la que lo plural se articula en función de un referencial ético (normas y valores) que vincula al individuo con el colectivo, que moviliza a los agentes y facilita el tránsito de lo cotidiano al proyecto social.

El muy interesante texto de Stuart Hall traducido por Alexis López, plantea la necesidad de seguir pensando la identidad pero deconstructivamente, como un acto de poder, como punto de encuentro (o de sutura) entre, por un lado, los discursos y las prácticas que interpelan, que nos hablan o ubican como sujetos sociales y por otro lado, los procesos que producen subjetividades, como sujetos a los que se les puede hablar.

Es de esta manera que Silvia Fuentes estudia los procesos de constitución de identidades considerando tres dimensiones analíticas: social, política y psíquica. Apoya la tesis de que el proceso identificatorio de los sujetos y su constitución como tales, supone la posibilidad de que el discurso que interpela pueda operar en el individuo. Esto conlleva que toda institución en tanto que red simbólica involucra un componente imaginario, mismo que la dota de una determinada direccionalidad que orienta y da coherencia a las significaciones que ella supone.

Desde esta perspectiva, un determinado proyecto político-académico puede instituirse como red imaginaria que atraviesa la existencia de los sujetos y tener una efectividad interpelatoria.

También Hortensia Hickman se ocupa de la identidad profesional, haciendo un análisis de la forma en la que se juegan los antagonismos y la hegemonía en la construcción identitaria. Señala el carácter contingente y no pleno de toda identidad, y la manera en la que el lazo equivalencial entre la variedad de movimientos y el antagonismo dirigido a un punto común favorecen la construcción de la identidad.

Para analizar la identidad profesional, ella encuentra indispensable entrecruzar la dimensión diacrónica de la historia de la disciplina con la dimensión sincrónica de los agentes sociales que conforman la institución. El complejo generacional, dota de sentido a estas dos dimensiones.

En el proceso de identidad, dijimos antes, también incluye el proceso de producción de la subjetividad que se denomina formación. A este aluden los trabajos de Marcela Gómez. La formación, nos dice, es la posibilidad del sujeto concreto de hacer de lo insólito, de lo contingente, de lo procesual parte de su mundo de vida y de la experiencia histórica. Ello implica algo más que conocimiento y experiencia acumulados; implica abrirse a lo inédito mediante un determinado modo de negar lo establecido, negación constituida por el límite, por lo indeterminado de la realidad.

Desde esta perspectiva, la transformación de la cultura escolar heredada –solidificante, homogeneizante, universalizante, y cada vez más informatizante- tiene como condición de posibilidad la articulación del discurso epistemológico y el discurso pedagógico; lo cual se traduce en la necesidad de pensar de otra manera el discurso educativo y de reformular la educación asumiéndola como concreción del espacio formativo.

Bertha Orozco problematiza en sus trabajos diversos aspectos de la formación en el ámbito universitario. En primer lugar, ve la necesidad de enseñar a investigar mediante talleres en los que se haga un uso crítico de la teoría y el ejercicio del análisis político del discurso, en fin, corte y articulación conceptual y construcción de niveles de significación. En segundo lugar, se plantea la relación y el impacto de las nuevas tecnologías en el currículum. Al respecto, nos convoca a asumir la realidad de las nuevas tecnologías como elemento o significante que se incorpora a lo educativo y que configura nuevas modalidades de diseño y estructuración curriculares pues, en última instancia, el ciber espacio puede ser asaltado para ser usado como un nuevo espacio democrático de interacción cultural, social y política. También el currículum flexible tendría que ser analizado desde una perspectiva que permita recontextualizarlo sin constreñirlo unidimensionalmente a lo económico y dándole un sentido distinto al concebirlo con relación a la dignidad humana.

Como podrán apreciar los lectores, el traspasar las barreras de lo fantasmal significa moverse en los márgenes, en las marcas, armar y develas tejidos conceptuales, revisar articulaciones y deconstruirlas. Las herramientas analíticas y los elementos conceptuales son distintas en cada uno de los autores pero tienen un rasgo común: la no reconciliación con el presente y la decisión de convertir esa actitud en una toma de posición teórica que sin detrimento del rigor y del filo crítico, permita tocar la utopía, alimentar la esperanza y orientar la acción.

Acerca de la autora de la reseña

Dra. Maria Teresa Yuren

Universidad Autónoma del Estado de Morelos, México.

Areas de interes: Educación valoral, filosofía de la educación, ética.


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