miércoles, 16 de abril de 2025

Piña Osorio, Juan Manuel (Coord.). (2003). Representaciones, Imaginarios e Identidad: Actores de la Educación Superior. Reseñado por Liliana Bergesio

Reseñas Educativas/Education Review

 

Piña Osorio, Juan Manuel (Coord.). (2003). Representaciones, Imaginarios e Identidad: Actores de la Educación Superior. México: Centro de Estudios sobre la Universidad/Plaza y Valdés Editores/Universidad Nacional Autónoma de México.

239 páginas
ISBN 910-32-0370-1 (CESU)
ISBN 910-722-209-3 (Plaza y Valdés)

Reseñado por Liliana Bergesio
CONICET/FHyCS-UNJu

19 de junio de 2004

Este libro analiza lo que en muchos trabajos de ciencias sociales se deja de lado, opacado, fuera de foco: el sentido común. Pero a esto le suma un doble efecto: el sentido común de docentes, investigadores, estudiantes del nivel superior. Este objeto poco trabajado dentro de las ciencias sociales, objeto de estudio de los trabajos aquí reunidos, son los actores sociales, pero específicamente, su forma de pensar, sus imágenes, sus creencias e incluso, sus prácticas. Esto, por sí solo, el incursionar en aquellos que generalmente se deja de lado, porque se supone que no es importante dentro de los ángulos de la investigación, provoca y estimula su lectura.

El libro comienza con una clara y amena presentación de Juan Manuel Piña Osorio, que además de orientar la lectura, presenta el tema central, la metodología utilizada y los diferentes capítulos que lo componen; invitando a su lectura pero además, provocando al lector a que se interese por la investigación y reflexión de esa faceta de la realidad social que se denomina sentido común.

A esta presentación le siguen cuatro trabajos de investigación:

  • “Imágenes sociales sobre la calidad de la educación. Los actores de tres carreras de la UNAM” de Juan Manuel Piña Osorio
  • “La identidad del maestro de educación normal. Entre representaciones e imaginarios sociales” de Carmela R. Güemes García
  • “Excelencia en el trabajo científico. Representaciones de los agentes de postgrado” de Olivia Mireles Vargas
  • “Ser y pensar. Aprendizajes de las mujeres durante la huelga de la UNAM, 1999-2000” de Margarita Mata Acosta, Gloria Luz Rascón Martínez y Mariana Romo Patiño.

La idea central que recorre los diferentes trabajos es que los actores o agentes son portadores de papeles que desarrollan en distintos espacios particulares. Los papeles o roles son sociales pero se expresan individualmente. Es decir, para los casos aquí analizados, docentes y estudiantes del nivel superior son seres humanos enteros que despliegan tanto papeles sociales específicos dentro del escenario escolar, como individuos particulares con una historia personal construida con otros. Por lo que, en los trabajos aquí reunidos, se considera que la realidad social es múltiple, porque depende de la particularidad social de sus actores y de sus respectivos mundos sociales. No pretenden la generalización de los hallazgos, sino simplemente destacar la particularidad de las formas de pensar y, además, consideran que es importante hacer investigaciones que partan del punto de vista de los actores y la recreación que en cada espacio se hace de lo social-global. Sin embargo, en ninguno de los trabajos aquí expuestos se niega el peso de las políticas educativas actuales que han dado un giro importante a las prácticas en los centros educativos. Empero, se destaca que lo importante desde la investigación que se basa en la perspectiva de los actores, como los trabajos reunidos en este libro, es el conocimiento detallado de las formas de pensar y las prácticas específicas producidas dentro de cada ámbito escolar por lo que las investigaciones tienen un carácter local. Los ámbitos escolares analizados son la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y la Escuela Normal de Especialización de México.

En todos los trabajos se destaca la importancia del conocimiento del sentido común y de las prácticas derivadas de ello. Se privilegia al actor y su subjetividad, y al agente que actúa en sus condiciones de posibilidad. Se reconoce que las prácticas no están aisladas del entorno social, sino que responden a un contexto histórico sociocultural más amplio que rebasa a la escuela, facultad o programa. Todos los casos remiten a la comprensión de que el pensamiento de sentido común es sumamente complejo, porque dentro de cada espacio particular se recrean los lineamientos generales y además se elaboran o reconfiguran ideas y se desarrollan prácticas sociales vinculadas con cada grupo.

En las cuatro investigaciones independientemente del universo de estudio (la UNAM o la Normal de México), la metodología empleada se basó en el trabajo de campo. Se empleó la entrevista y, en algunos casos, se registraron las observaciones de las prácticas pero en cada proyecto se privilegió la perspectiva de los actores, cada grupo de investigación, o al menos así lo plantean, “...aceptó la perspectiva de los testimoniantes y en ningún caso se condenó su verdad, simple y sencillamente se interpretó” (p.12).

La primera de las investigaciones que se presentan en el libro es la de Juan Manuel Piña Osorio: Imágenes sociales sobre la calidad de la educación. Los actores de tres carreras de la UNAM. Este artículo es un avance de investigación cuyo objetivo es destacar la importancia del conocimiento del sentido común y sus respectivas imágenes, creencias y representaciones. Y se sostiene que esto interesa porque ellas indican la forma de pensar y, en consecuencia, guían las prácticas sociales que despliegan los actores en los diversos espacios de la vida cotidiana escolar.

El trabajo de campo para esta investigación se llevó a cabo en Economía, Pedagogía y Sociología de la Ciudad Universitaria y la Escuela Nacional de Estudios Profesionales de la UNAM. Para la obtención del material de campo se aplicaron cuestionarios a 1160 estudiantes y 42 entrevistas realizadas con estudiantes, académicos y con el coordinador de cada carrera basadas e la pregunta: “¿qué significa para ti la calidad de la educación?”. Lo que interesó conocen en este trabajo son las imágenes sociales que los actores de tres carreras construyen sobre la calidad en educación, desde su escenario cotidiano, independientemente de su solidez teórica, de su pertinencia social, o de la cercanía o distancia que pueden tener con respecto a las definiciones oficiales o las realizadas por los expertos en la temática. El centro del análisis se coloca en la perspectiva de la persona, en su conocimiento sobre el entorno educativo, específicamente en el conocimiento del sentido común.

Los resultados de la investigación se exponen en distintos apartados. En el primero se problematiza sobre el discurso de la excelencia y el impacto que éste ha tenido en el plano de las imágenes y en las prácticas de los académicos y estudiantes de las instituciones de educación superior. En el siguiente se exponen las peculiaridades del conocimiento de sentido común, específicamente, la construcción de creencias, percepciones, representaciones e imágenes. Cada una de éstas son resultado de la interacción y de prácticas sociales compartidas y, por ende, son sociales. En el siguiente apartado se desarrolla la noción de particularidad; la persona clasifica lo real-empírico desde su particularidad. La construcción de imágenes responde a lo particular, porque el escenario de lo cotidiano así lo es. Posteriormente se destacan los hallazgos de la investigación, la interpretación del material empírico. Los apartados son los siguientes: la calidad de la educación como un valor, la calidad de la educación como formación de valores, la calidad de la educación entre la producción intelectual y las condiciones de trabajo, la calidad de la educación y sus obstáculos con tres subapartados: los que estamos en la periferia, la falta de infraestructura académica y el incumplimiento de los programas. Por último, se cierra con unas consideraciones finales en las cuales se puntean los principales resultados de esta investigación pero en las cuales podemos encontrar importantes aportes para las investigaciones en general que tengan como tema el sentido común y las representaciones sociales:

  1. La UNAM (y esto, tal vez, se podría ampliar a las instituciones educativas en general) es una institución compleja, porque tiene diversas problemáticas sociales en cada uno de sus campos y en cada una de sus escuelas y facultades.
  2. En todo espacio social se construye imágenes sociales, porque son resultado del movimiento y de la inquietud de los actores; las imágenes, creencias, representaciones son formas de conocimiento de sentido común. Indican la dirección de una comunidad. Además, son particulares porque responden al mundo de la persona: condiciones de vida, trayectoria académica, edad, y también del lugar donde se encuentran adscritos.
  3. El espacio por un lado y el tiempo por otro son las coordenadas que sirven como cimiento para la construcción de imágenes sociales.
  4. Las imágenes son sociales porque se construyen con los otros y tienen significado para los otros.
  5. Las imágenes son particulares porque se construyen dentro de los espacios de la vida cotidiana, caracterizados por su particularidad. Así como hay un espacio (lugar) y tiempo (año, mes) también hay una particularidad de la persona, sus coordenadas de la vida social, esto es, su situación social dentro de un escenario social. La particularidad del espacio-temporal-social es lo que permite explicar por qué las imágenes son particulares y no generales.
  6. Las imágenes sociales son una veta interesante para que incursionen los investigadores educativos y los tomadores de decisiones, porque indican el sentir de los actores de una institución específica.
  7. En este estudio en particular, las imágenes de calidad de la educación expuestas por los actores entrevistados, no veían la generalidad promovida por los organismos nacionales encargados de impulsar la excelencia sino, por el contrario, se basaron en el mundo inmediato del actor: el aula, el compromiso, las diversas tareas académicas, la enseñanza, la dedicación y las condiciones materiales (institucionales y personales).

La segunda de las investigaciones que se presentan en el libro es la de Carmela R. Güemes García: La identidad del maestro de educación normal. Entre representaciones e imaginarios sociales”. En este interesante y bien documentado trabajo se muestra una síntesis de algunos hallazgos encontrados en el desarrollo de un trabajo de investigación sobre las representaciones sociales en la construcción de los procesos identitarios del docente de educación normal para el caso de la Escuela Normal de Especialización (México D.F.). El objetivo principal de esta investigación se centró en estudiar las expresiones culturales contenidas en el quehacer cotidiano del docente. Para la aproximación al objeto de estudio la autora parte de reconocer que en el hacer docente aparecen entrecruzados elementos de carácter psicológico y socioculturales que confluyen en la definición y delimitación de su propia representación y su hacer cotidiano.

El interés del trabajo radica en la búsqueda de opciones a la formación de profesores desde una perspectiva distinta de la racionalista y formal. Esta opción la localiza en la teoría de las representaciones sociales y de los imaginarios, porque desde ésta se indaga en la subjetividad y los significados. Se sostiene que los maestros, en su hacer cotidiano, no sólo efectúan actividades previamente pensadas, sino que también participan de manera activa en la consolidación de una red de representaciones e imaginarios sociales. La pregunta que orienta a la autora es: ¿qué es lo que proporciona sentido de identidad al maestro?. Respondiendo que esta identidad no se diseña en el presente, sino que es tributaria de la historia del magisterio y de la imágenes que se tienen sobre él. Para aprehender las representaciones e imaginarios se basa en una metodología que se centra en la interpretación del sentido. De igual forma busca un sustento teórico distinto del conductivismo psicológico y del estructuralismo marxista y se apoya principalmente en una perspectiva psicosocial: la teoría de las representaciones sociales. Desde esta perspectiva la autora afirma que todo sujeto (individual o grupal) construye sus representaciones desde la posición (distintiva) en la que se encuentra en el espacio social, y desde la relación que establece con otros sujetos (individual o grupal) que ocupan la misma posición o posiciones diferenciadas en el mismo espacio. Señalando que, desde esta perspectiva, el análisis de las representaciones sociales implica un estudio longitudinal que incluye sus posibilidades de construcción y reconstrucción, porque considera que producto y proceso son indisociables.

En base a una bien justificada opción teórica afirma que, si bien se puede hablar de identidades individuales y colectivas, ésta última es la condición de emergencia de la primera. Incluso, habla de una “...evidente relación de interdependencia entre ambas” (p. 85). En consecuencia se afirma (retomando a Habermas) que la identidad del yo sólo es posible en el interior del nosotros. En consecuencia se considera que la identidad colectiva no planea sobre los individuos, sino que resulta del modo en que los individuos se relacionan entre sí dentro de un grupo o de un colectivo social. Por lo tanto, en esa relación dialéctica entre la identidad personal y la colectiva, una representación social nunca es simple suma de las diversas representaciones individuales, ni tampoco el denominador común de éstas. La representación social es la matriz a partir de la cual emergen las diversa representaciones individuales o, si se prefiere, la representación social es asimilable a una estructura profunda de tipo colectivo a partir de la cual emergen, a nivel de superficie, las distintas representaciones individuales.

A continuación de esta revisión teórica se exponen los resultados de la investigación en distintos apartados. En primer lugar se procura desentrañar las representaciones sociales que definen el sentido identitario de los maestros de educación normal, comenzando por las representaciones del maestro en el proceso de la identidad nacional y el proyecto revolucionario para luego analizar las representaciones sociales del maestro de la Escuela Nacional de Especialización. Primero se recurre a la evocación al normalismo, y luego a la necesidad de poseer los conocimientos adecuados a través de procesos de formación y actualización; a la formación moral; al prestigio de la entrega y el compromiso desinteresado; a la autoridad pedagógica; a la autonomía profesional; al análisis de las pertenencias; y finalmente a las luchas simbólicas por el reconocimiento entre normalistas y universitarios.

El haber asumido la perspectiva de la subjetividad social en esta investigación, le permitió a la autora ilustrar la importancia de lo cultural en el análisis de la problemática de la actividad docente, así como comprender que más allá de los aspectos formales, el quehacer docente también tiene que ver con configuraciones simbólicas-discursivas de orígenes diversos: imaginarios sociales, representaciones sociales, mitos, creencias, etc. Esto es, con un universo de sentido que cristaliza la representación que hace de sí mismo el maestro y, por ende, de su propia labor. Ese “universo de sentido” se construye en el proceso de la interacción social cotidiana al articular construcciones significativas del pasado con experiencias del presente. Al respecto, la autora asevera que las continuas evocaciones que realiza el maestro con respecto a la época gloriosa del normalismo, más que una mirada nostálgica al pasado remite a un proceso de apelación a referentes de identificación simbólico-tradicionales; referentes que permiten afirmar la existencia de un sentido de pertenencia al grupo.

En los resultados de la investigación se puede ver que varios de los significados que dan sentido a la autopercepción del maestro, se ubican en el terreno de las imágenes que se han proyectado sociohistóricamente sobre su figura. Lo que lleva a la autora a afirmar que su hacer cotidiano está revestido de creencias, mitos y valores. Pero hay una aclaración que realiza y es importante recuperar, esto es, aunque la identidad del maestro se configura desde ciertos vestigios simbólicos, no quiere decir que se tenga que asumir como una esencia acabada e inmutable. Por el contrario, la identidad tienen la capacidad, según las circunstancias, de reacomodarse y moldearse al integrar o adaptar nuevas experiencias a los esquemas previamente establecidos. Sin embargo, esto no implica que se modifique el núcleo cultural, la matriz cultural que define la presencia y cohesión de un grupo. Así pues, esta investigación revela que a pesar de las continuas luchas del gremio magisterial por su reivindicación y dignificación social, de la adopción de algunas novedades, de la autoasignación de diferentes roles, persiste una evidente identidad colectiva con fuertes referentes de identificación de ese pasado, más correctamente, de esa “tradición normalista”. Incluso, la autora sostiene que se puede afirmar que la dinámica en la se expresan los significados que configuran la representación de ser maestro normalista predomina significativamente, por lo que infiere que persistirá por mucho tiempo.

En este sentido plantea que se hace necesario un proceso de autocrítica por parte del maestro, de reconocer y aceptar que su identidad está muy imbuida de creencias socialmente construidas. Por lo tanto, la búsqueda de la reinvindicación y dignificación del normalismo no sólo debería hacerse desde lo formal, sino desde la desmitificación en el terreno de lo simbólico-cultural. Considero que la presente investigación, sin duda, aporta fuertes argumento en este sentido que invitan a continuar con su reflexión y profundización en futuros trabajos.

La tercera de las investigaciones que se presentan en el libro es la de Olivia Mireles Vargas: “Excelencia en el trabajo científico. Representaciones de los agentes de postgrado”. El planteo central es que, en la actualidad, la excelencia académica es un eje rector de la vida universitaria. La autora observa que desde diferentes instancias (gobierno federal, organismos internacionales) se invita, cada vez con más énfasis, a lograr la excelencia. Desde este horizonte recuerda que algunos estudiosos del tema están haciendo análisis profundos sobre las implicaciones que genera la adopción del discurso de calidad y la excelencia en el contexto universitario. Sin embargo, destaca que aún son pocos lo trabajos que abordan el tema desde una perspectiva que permita observar el quehacer cotidiano de los agentes sociales que construyen día a día imágenes y representaciones de excelencia. Acercarse al pensamiento de sentido común, dice, posibilita descubrir todo un mundo de elaboraciones complejas que están en la base de todas las acciones.

El presente trabajo pretende, y lo logra, aportar en este sentido. El objetivo central del mismo es generar un acercamiento a la representación de la excelencia escolar, específicamente en el posgrado universitario. Para lo cual se parte de que la excelencia es una representación y como tal guía las prácticas de los agentes que día a día participan en los procesos escolares. Esta perspectiva parte de entender que la excelencia es una construcción social, producto de la historia y de ciertas condiciones de posibilidad. Tales elementos le permiten a la autora mostrar que no admite un definición única, que no es posible entenderla en general, sino única y exclusivamente en una situación concreta, que es posible gracias a la confluencia de múltiples factores o condiciones.

El objetivo del trabajo es, entonces, describir y analizar las representaciones y las prácticas de la excelencia escolar en tres programas de posgrado en el área de ciencias experimentales: Ciencias Biomédicas, Ciencias –Neorobiología- y Ciencias Bioquímicas de la UNAM. Para ello primero se realizó una revisión teórica de qué se entiende por representaciones, para luego examinar las representaciones de excelencia en un espacio social acotado. La autora parte de que la comprensión del campo de estudio que ha seleccionado, como todo lo social, no es una cuestión simple; por ello, primero revisa cuidadosamente distintas informaciones bibliográficas para confeccionar su marco teórico con el fin de entender, desde diferentes perspectivas, los fundamentos de las representaciones. Los autores que elige para esto son básicamente: Émile Durkheim, Pierre Bourdieu, Dense Jodelet, Alfred Schütz y Phillippe Perrenoud.

Como resultado de la investigación se puede afirmar que los actores de algunos programas de posgrado de la UNAM, todos dentro del padrón de excelencia de CONACYT, realizan las prácticas educativas y académicas que para ellos son de excelencia. Un dato interesante que señala la autora es que las representaciones de los agentes estudiados coinciden con los señalamientos formulados por instancias gubernamentales encargadas de la evaluación, por ejemplo, profesores de tiempo completo, investigadores en activo, miembros del Sistema Nacional de Investigadores, reconocidos nacional e internacionalmente; estudiantes jóvenes, dedicados exclusivamente a sus estudios, becados, adscritos a un proyecto de investigación; las instalaciones del programa con toda la infraestructura académica necesaria para cumplir plenamente con todas las tareas del mismo, entre otras cosas. Los actores consideran que su programa funciona de manera normal, porque así ha funcionado desde años atrás.

La principal conclusión de este trabajo, lo que constituye a la vez un aporte interesante y motivo de futuros debates necesarios, es que no se puede homogeneizar la noción de excelencia, porque existen múltiples formas de ella que son producto de una construcción social; dado que la representación y las prácticas de la excelencia varían de un sistema educativo a otro, según la historia particular y las condiciones de posibilidad (infraestructura, currículum, sistema de evaluación, concepción del proceso enseñanza-aprendizaje) ofrecidas a los gentes que dan dinamismo a la estructura social. Lo que se puede resumir con la frase final de la autora: “ Ciertamente, el calificativo de programas de excelencia les fue asignado a estos proyectos académicos, pero más allá de ese reconocimiento oficial, la excelencia deambulaba en las mentes y las acciones de los agentes que son parte de ese campo” (p.213).

La cuarta y última de las investigaciones que se presentan en el libro es la de Margarita Mata Acosta, Gloria Luz Rascón Martínez y Mariana Romo Patiño: “Ser y pensar. Aprendizajes de las mujeres durante la huelga de la UNAM, 1999-2000”. Las autoras son integrantes del Seminario Permanente sobre la Condición de Género en la Investigación Educativa y su interés principal en este trabajo fue conocer la palabra de las estudiantes que participaron en el movimiento de huelga de la UNAM en 1999-2000. La principal preocupación consistía en poder analizar este acontecimiento desde el lugar de la propia comunidad estudiantil participante, centrando su objetivo primordial en las mujeres. Por lo que buscaron conocer y reconocer a algunas de estas mujeres desde su palabra, saber quiénes son y cómo son sus formas de ser y pensar. Esto les permitió mostrar aquellas vivencias que quedan ocultas por lo cotidiano. Ya que consideran que es allí “...donde se encierra lo valioso de ese mundo íntimo y desconocido de la experiencia personal que suele perderse en el grupo, en la masa y en la interpretación y prejuicios de los medios de comunicación” (p.218). Con esto como marco, las autoras proponen recuperar las experiencias a través del testimonio oral, pues consideran que la palabra hablada permite liberar con mayor espontaneidad y profundidad los recuerdos, los sentimientos y las imágenes guardadas.

Como metodología de trabajo para esta investigación se concentraron en un plano interdisciplinario teniendo como eje de análisis la perspectiva de género. Trabajando, por un lado, a partir del análisis de representaciones colectivas (mentalidades), las cuales se forman en el nivel de lo cotidiano, lo automático y en una construcción siempre colectiva, que regula sin explicitarse, es decir, aquellas que esbozan las diferentes formas a través de las cuales las comunidades, partiendo de sus diferencias sociales y culturales, perciben y comprenden su sociedad y su propia historia. Por otro lado, el estudio se concreta en los estudiantes universitarios como comunidad particular dentro de este gran contexto de representaciones colectivas (mentalidades), en el que realizan un recorte para poder observar las representaciones individuales (identidades de género) de las mujeres que participaron en la huelga.

Entonces, a partir del género como eje de análisis las autores observan la forma en que las estudiantes vivieron y percibieron el movimiento, desde el lugar social de ser mujer, es decir cómo percibieron y vivieron su cuerpo, tanto en el sentido de realidad sexuada, como de lugar de articulación, de formas de pensar, actuar y sentirse dentro del movimiento, con el fin de establecer la forma en que el mundo social imprime características para hombres y mujeres que al ser construcciones sociales no resultan naturales.

Las autoras plantean que realizar este estudio en el contexto del movimiento estudiantil les permitió la posibilidad de observar a las mujeres fuera de la cotidianidad preescrita, como forma de irrupción frente a lo socialmente aceptado e instituido. Plantean que la huelga ofrece un escenario idóneo para el surgimiento de lo original e inédito, que por las características propias de este movimiento abre posibilidad de recolocación en la relación al género. En síntesis, sostienen que la representación es el resultado de la articulación del proceso de construcción de visiones personales (identidades de género) de la realidad, a partir de estructuras preformadas amplias (mentalidades).

El trabajo que presentan contiene el análisis obtenido de los testimonios de 12 estudiantes universitarias, inscriptas en diversas escuelas y facultades de la UNAM. La selección de entrevistadas se hizo con base en dos criterios muy básicos: ser mujer y haber participado en el movimiento que se analiza. Las entrevistas las realizaron a partir de un guión abierto que construyeron para indagar sobre las experiencias de las estudiantes bajo tres aspectos centrales:

  • La familia, antecedentes de participación política.
  • Lectura de participación en el contexto social.
  • Formas de dar cuenta de su identidad de género.

El reconocimiento del material en su conjunto, tras la trascripción de los registros les permitió detectar, en el discurso, las representaciones a las que se remiten las estudiantes, la percepción y significados de la realidad que viven en el espacio familiar, escolar y social antes y durante la huelga. Así, dentro del universo de información, señalan en este trabajo sólo algunos aspectos importantes (no todos los posibles, sino solo algunos lo cual no le resta valor al trabajo, solo es necesario precisarlo) de la forma en que cada una teje y desteje las representaciones de familia, huelga, identidad, relaciones y aprendizajes.

El análisis de estos testimonios les permitió a las autoras observar que la participación comprometida durante todo el proceso vivido, les facilitó las construcciones de nuevas representaciones tanto de sí mismas como de lo social. Éstas se reflejan, afirman, en los cambios en cuanto a la percepción del sentido de pertenencia a la institución, en la observancia de nuevas formas de reflexión crítica hacia la autoridad, en la capacidad de tomar la palabra como un medio para proyectarse en lo social y, principalmente, en el reconocimiento del compromiso social de su formación profesional, como una respuesta comprometida con las necesidades y demandas de la sociedad en su conjunto, en oposición al funcionalismo de las políticas socioeconómicas prevalecientes.

De esta forma las autoras pretenden (y lo logran) dar una nueva y complementaria mirada al movimiento estudiantil, que permite entenderlo desde un ángulo diferente, y mostrar esa parte del discurso que suele, por lo general, quedar oculto: el de las mujeres. A su vez, y en tónica con todos los trabajos de este libro, muestran empíricamente “...la importancia de incluir a los sujetos y sus especificidades como un elemento importante en el tejido que sostiene, en la actualidad, la dinámica de la vida universitaria” (p.238).

Comentarios generales

Este libro aporta reflexión teórica y trabajo empírico muy bien documentado. Es de muy amena lectura y de desafiantes argumentos que invitan a la reflexión crítica por lo que lo hacen muy recomendable. En especial para docentes, estudiantes y funcionarios del área de educación en especial aunque no exclusivamente. En general, puede interesarle a distintos profesionales e investigadores interesados en las representaciones sociales y el análisis social del sentido común. Se trata pues de un libro interesante y oportuno, que aporta con teoría y datos empíricos a un tema poco tratado pero de creciente interés. En definitiva, una obra muy recomendable que sin duda será bien acogida por profesionales y estudiosos del área.

Una particularidad de esta obra es que, a pesar de tratarse de una compilación de cuatro investigaciones realizadas por distintos/as investigadores/as, mantiene un hilo conductor innegable. Por lo que se conforma como una obra integral y no como una suma de trabajos.

Por ello, aunque se pueden leer los trabajos por separado, es recomendable leer el libro completo. Pero yo modificaría levemente el orden de los trabajos de investigación sugiriendo leer el trabajo de Piña Osorio “Imágenes sociales sobre la calidad de la educación...” no en primer término sino luego del último trabajo de investigación que se presenta en el libro, es decir el de Mata Acosta et. al. “Ser y prensar...” porque se comprende mejor el primero luego de conocer en detalle la Huelga de la UNAM de 1999-2000 (en especial, por ejemplo, para aquellos que no somos o no hemos estado en México cuando se llevó a cabo la misma).

Fe de erratas

El libro tiene algunos errores que deberían ser corregidos en futuras ediciones.

En el primer trabajo “Imágenes sociales sobre la calidad de la educación. Los actores de tres carreras de la UNAM” de Juan Manuel Piña Osorio la bibliografía está incompleta.

Página 26 nota 5 donde dice “Geert” debería decir “Geertz”.

Página 31 nota 6, tercera línea, tercera palabra, donde dice “distitnos” debería decir “distintos”.

Sobre la autora de la reseña

Liliana Bergesio es Licenciada en Antropología, Maestranda en Teoría y Metodología de las Ciencias Sociales y cursa la carrera de Especialidad en Docencia Superior (FHyCS-UNJu). Es docente universitaria e investigadora de la FHyCS-UNJu (Jujuy-Argentina). Es Becaria de Formación de Postgrado de CONICET (Argentina).

 

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