miércoles, 16 de abril de 2025

Feldeber, Myriam. (Comp.) (2003). Los sentidos de lo público. Reflexiones desde el campo educativo. Reseñado por Claudio Almonacid, Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación

Reseñas Educativas/Education Review

 

Feldeber, Myriam. (Comp.) (2003). Los sentidos de lo público. Reflexiones desde el campo educativo. Buenos Aires: Ediciones Novedades Educativas.

128 páginas
ISBN 987-583-083-0

Reseñado por Claudio Almonacid
Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación (Chile)

9 de agosto de 2004

Este libro forma parte del proceso de reflexión de distinguidos académicos argentinos, quienes participaron en el proyecto “Privatización y reforma educativa. La experiencia argentina de la década del noventa”. Este proyecto, dirigido por Myriam Feldfeber, fue desarrollado el año 2002 en el Instituto de Ciencias de la Educación de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires y contempló la realización de mesas de debates, en las cuales se analizaron las conceptualizaciones pertinentes para definir un espacio público no estatal en el campo educativo y el sentido que asume la crisis del espacio público.

El objetivo de este libro es analizar y discutir la crisis de la educación pública y de la escuela pública en el contexto de la mercantilización del espacio social. Para lograr este objetivo, se han puesto en discusión las premisas que, desde la modernidad, constituyeron la escuela pública, para entender mejor las consecuencias de la política de privatización impuesta en Argentina por las políticas neoliberales. Por añadidura, la reflexión que se presenta en este libro, constituye un aporte a las demás experiencias de aplicación de las reformas neoliberales que se han implementado en los restantes países de Latinoamérica. En este sentido, resulta provocativa la pregunta que acompaña el título de este libro “¿Existe un espacio público no estatal?”, en tanto las políticas desarrolladas en nuestros países nos hacen creer que no existe más alternativa y que avanzamos inexorablemente hacia una privatización del derecho a la educación, en que sólo quienes tengan recursos podrán acceder a una educación de “calidad” y el resto de la población tendrá que consolarse con políticas de contención social. Pensar si existe un espacio público no estatal nos lleva también, a juicio de los autores, a repensar nuestras propias formas de enfrentar las políticas educativas, en tanto hemos despreciado el aporte que la labor del Estado significó para la defensa de las mayorías excluidas.

A continuación presentamos una pequeña descripción de los argumentos centrales de este libro, a partir de los aportes de cada uno de los autores.

Sandra Carli, profesora de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, en su artículo “Educación pública. Historia y promesas” argumenta que, en las últimas décadas, se ha producido una gradual y progresiva pérdida de la eficacia simbólica y material de la escuela pública argentina, que tuvo como principal actor al Estado-nación, en su intento por lograr una cultura común, cuyas características fueron la imposición de una lengua única, enseñar la nación y transmitir la cultura moderna. A su juicio, el complejo escenario social y económico que caracteriza a la Argentina actual entra en colisión con los sentidos que dieron origen a la escuela pública, en tanto las políticas neoliberales se basan en estrategias de exclusión social. Para mostrarnos el antagonismo entre las concepciones que fundaron la escuela pública argentina y las actuales políticas sociales, económicas y educativas, Carli nos remite a la cruzada civilizadora emprendida por Sarmiento, que, mediante una operación de violencia simbólica, logró imponer una propuesta hegemoneizadora, cuyo objetivo fue la inclusión social a través de la transmisión de la cultura, la producción de identidades y en tanto un espacio de representación de los distintos sectores sociales. Sin ánimo de mistificar los ideales igualitarios que caracterizaron a la escuela pública, Carli nos muestra los claroscuros de ese proyecto, encarnados por sus límites materiales y simbólicos que la caracterizan hasta hoy día.

Sin embargo, la educación pública se inserta actualmente en un nuevo mapa de fenómenos educativos que se expresan en el fortalecimiento de las tendencias a la privatización, la expansión de las instituciones privadas nuevas y la multiplicación de propuestas de desestatización o desregulación estatal. Si bien, las el sistema de educación privada en Argentina no es nuevo, su novedad está en que su pretensión de constituirse en respuestas institucionales al proceso de polarización social, esbozando alternativas centradas en tópicos como la libre elección de escuelas, autonomía, etc.

En su análisis, Carli sostiene que existen varias alternativas para la educación pública: transformarse en un dique de contención del mercado autorregulado, ser la retaguardia de la tradición progresista, o constituir a la educación en el principal espacio político y cultural, desde el cual generar un espacio de discusión de las actuales políticas regresivas. A su juicio, es necesario avanzar de manera urgente en la politización del debate sobre la educación pública, en tanto permite recordar que constituye el espacio privilegiado en el que transita el crecimiento de las nuevas generaciones. Destaca además, el papel de la educación pública en la sedimentación de un orden cultural futuro y de demandar el fortalecimiento del sector docente como actor social, dada su responsabilidad social e institucional.

Por su parte, Carlos Cullen, profesor de la Universidad de Buenos Aires, en el capítulo “La construcción de un espacio público como alternativa a la violencia social en el contexto de la globalización” propone como hipótesis que esta concreta estrategia de globalización en la cual estamos tiende a ver de alguna manera esta violencia social como meras distorsiones del mercado desde un sutil abandono de la discusión pública (cita textual?) . A partir de esta hipótesis argumenta que, progresivamente, se ha ido sacando a la educación pública desde el campo de las políticas justas reduciéndola a una cuestión meramente de sistemas educativos, más o menos eficaces, en función de legitimar la exclusión social, entendida como una forma de violencia social, en donde estas políticas logran esconder un monoteísmo secularizado, culturalmente fundamentalista, que impide pensar en la posibilidad de alternativas.

En contraposición, Cullen nos invita a la creación de un espacio público intercultural que permita generar una globalización alternativa, sin exclusiones ni masificaciones. Para ello, Cullen sostiene que es necesario realizar un proceso de reconstrucción del concepto de lo público, que, a la manera de una genealogía, indague sobre la historicidad de la supuesta adhesión del concepto a una necesaria desculturización. Metodológicamente, para comprender los diversos usos del concepto de lo público, el autor nos muestra la diferencia entre las concepciones “antiguas” y “modernas” y nos plantea la necesidad de hacer surgir, desde el análisis de la violencia social, el diálogo y la interacción de las culturas, como base para la reconstrucción del contrato social, sobre bases normativas de justicia.

Roberto Follari, profesor de la Universidad de Cuyo, otro de los autores de este libro, nos señala en su artículo “Lo público revisado: paradojas del Estado, falacias del mercado” el tardío descubrimiento que las ciencias sociales latinoamericanas han tenido sobre la importancia de la sociedad civil y de las organizaciones que en ella se establecen. Retomando las argumentaciones de Marx para criticar la experiencia estatista de la Unión Soviética y de diversos partidos comunistas del mundo, Follari indica que “el Estado es un espacio desde el cual la voluntad colectiva ha sido despojada; un lugar donde se ha depositado y condensado la soberanía social, alienándola y perdiéndola” (pág. 51), pero desde el cual se presentan como si fueran universales los intereses particulares de una clase, legitimando la dominación incluso a través de ejercer alguna representación real (parcial y minoritaria) de los intereses de los sectores sociales subordinados. De esta forma, “el Estado ‘media’ la dominación que una clase realiza sobre otra/s a los fines de legitimarla, y a la vez hacerla socialmente plausible y tolerable” (pág. 53), utilizando como recurso la ficción jurídica de la igualdad de los ciudadanos.

Las confusiones conceptuales en torno al rol del Estado han tenido como consecuencia que diversas posiciones conservadoras se disfracen de progresistas. Así, a juicio de Follari, “los neoliberales a menudo utilizan argumentos ‘de izquierda’ para justificar sus posiciones, y en muchos casos logran engañar a diversos interlocutores en cuanto a su verdadera ideología. El pretender que se está a favor de la descentralización de los servicios de salud o los escolares por razones ‘democráticas’ oculta que lo que se busca por los neoliberales es algo muy diferente: municipalizar los servicios para que la comunidad se haga cargo de lo que antes solventaba el gasto estatal o, lisa y llanamente, privatizar la gestión para que se realice ‘desde la sociedad civil’, y de una manera supuestamente diferenciada y ‘plural’”. (Pág. 54). De este modo, se hace necesaria la defensa del Estado en aquellos elementos que signifiquen la defensa de los derechos de los ciudadanos, sin dejarse caer en la trampa de la coartada privatizadora que defiende el espacio público no estatal que esconde sus verdaderos objetivos de clase. Uno de las pistas que entrega Follari de reconocimiento de los falsos discurso se refiere al discurso privatizador que apela al financiamiento estatal de la gestión privada del sistema escolar.

Pablo Gentili, profesor de programa de Postgrado en Educación de la Universidad del Estado de Río de Janeiro, en su artículo “Pedagogía de la esperanza y escuela pública en una era de desencanto” contrapone al tiempo de exclusión y de guerra que caracteriza a nuestra época una pedagogía de la esperanza, cuyo centro sea la igualdad; una igualdad que se aleje de la conceptualización formal y que más bien construya valores, sentidos y derechos que estructuren una práctica efectiva en la vida cotidiana de nuestras comunidades. A su juicio, el problema radica en cómo construir prácticas igualitarias en sociedades que se caracterizan por ser profundamente desiguales, de modo que garantizar a los pobres el acceso a la escuela en un contexto de precarización de las condiciones de vida, no sólo refuerza la indignación, sino que profundiza la situación de exclusión que caracteriza a nuestros países.

Desde la tradición de la pedagogía emancipatoria, Gentili nos invita a realizar una lucha que no es “para” los excluidos sino “con” los excluidos que logre una “transformación radical de las prácticas que históricamente condenan a la miseria y a la exclusión a millones de seres humanos” (pág. 76). En esta lógica, una de las áreas en que Gentili nos propone disputar los sentidos que las políticas neoliberales nos imponen se refiere al concepto de “calidad de la educación” cuya estrategia, diseñada por los tecnócratas de la educación, se basa en la medición de los saberes escolares y que ha terminado por establecer ranking de establecimientos educacionales, según se acerquen a los parámetros preestablecidos. Para Gentili, evaluar la “calidad” de la educación es mucho más que medir indicadores tecnocráticos, implica considerar el grado efectivo de democratización del derecho a la educación, las condiciones de igualdad y equidad del sistema escolar, el compromiso de las instituciones educativas con las demandas y necesidades de la población, que permitan reconocer los grados de justicia mediante los cuales las sociedades avanzan en la lucha contra el monopolio del conocimiento.

Flora Hillert, profesora del Departamento de Ciencias de la Educación de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, en su artículo “Lo público, democrático y popular” parte del reconocimiento que “durante la década del 90, ante el embate neoconservador, los defensores de la escuela pública fuimos en varios sentidos avasallados. No sólo fue insuficiente la movilización en defensa de la escuela pública y en oposición al proyecto neoconservador, sino también el andamiaje teórico sostenido: nuestros argumentos, nuestra bibliografía y nuestros planteos fueron evidentemente escasos e inadecuados” (pág. 85). En su análisis, Hillert conjuga diversos elementos teóricos e históricos para mostrarnos la paradoja de los años 80 y 90, que significó la crítica al Estado como institución, alentado por los neoconservadores y que, en la práctica, implicó la reducción del Estado y con ello la indefensión de los ciudadanos frente al mercado.

En un intento por avanzar en la clarificación conceptual del debate de lo público, Hillert intenta establecer la diferencia entre sociedad civil y tercer sector. Para ello, Hillert nos recuerda que es necesario analizar las relaciones de clase que se establecen en una y otra, estableciendo una línea divisoria utilizando como eje lo popular, lo democrático y lo nacional.

Ma. Silvia Serra, profesora en Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de Rosario, intenta responder si “¿Es posible lo público no estatal en educación en la Argentina?”. En un recuento histórico, Serra nos señala que en Argentina como en muchos otros países “lo público” fue equivalente a “lo estatal”, en donde la educación cumplió el doble papel de alfabetizar y civilizar. En nuestros tiempos, caracterizados por los procesos de reforma educativa, en cambio, se ha producido un desplazamiento del sentido de lo público hacia lo estatal/provincial y hacia lo público-comunitario, trasladando el sentido hacia el “todos”, “a la sociedad, la comunidad, a los sectores y organizaciones que en ella conviven” (pág. 101). Finalmente, Serra nos sugiere para encontrar una respuesta a su interrogante quizás debamos preguntarnos sobre a quién educamos y para qué.

Myriam Feldfeber, profesora de Política Educacional de la facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, en su artículo “Estado y reforma educativa: la construcción de nuevos sentidos para la educación pública”, sostiene que se han ensanchado “las fronteras de lo que se definió históricamente como educación pública para incluir a la educación privada” (pág. 109) a la vez que se ha restringido la noción de universalidad vinculada con la escuela pública como espacio de materialización de derechos. Utilizando los aportes teóricos de Arendt y Habermas, la autora nos muestra cómo el espacio público en educación ha sido paulatinamente transformado en privado. Asimismo, de acuerdo a Barman, la idea de ciudadanía se circunscribe a la esfera del consumo, cuya consecuencia en educación se refiere a la distinción de la administración educativa, según si es realizada por los agentes públicos o privados y por tanto el problema queda reducido a un mero aspecto de gestión, en donde, debido a la justicia distributiva, resulta legítimo la pretensión privada de acceder a los recursos públicos para financiar su acción.

En este mismo sentido, la educación pública ha sido asociada con la burocracia y la regulación excesiva, ausente de innovación y falta de eficacia y eficiencia en la utilización de los recursos, mientras que la educación de administración privada es promovida como un espacio de mayor autonomía y con capacidad de innovación, vinculada con la posibilidad de los padres de elegir la educación de sus hijos (pág. 118). De esta forma, Feldfeber ahonda en el análisis de las escuelas charters en tanto constituyen un intento concreto por avanzar en la privatización del espacio público escolar, propuesta que, como recuerda la autora, tiene su origen en la imposición del gobierno y de los expertos más que en una construcción o una reivindicación de las bases de la sociedad.

Paralelo a este proceso de ensanchamiento del concepto de “lo público”, a la escuela pública a cargo del Estado, siguiendo las recomendaciones del Banco Mundial, se le asigna además el rol de contención social, a partir del desarrollo de políticas asistenciales y focalizadas (pág. 122). Este enfoque, en la práctica, constituye una respuesta para resolver las desigualdades que el propio sistema social y económico genera.

Finalmente, Feldfeber nos invita a “recuperar la idea de espacios públicos como ámbitos de constitución y expresión de la ciudadanía, como espacios de libertad y manifestación de lo diverso, como construcciones colectivas y democráticas en torno a proyectos comunes” (pág. 124)

Acerca del autor de la reseña

Claudio Almonacid, Doctor en Educación, (P. Universidad Católica de Chile, 1997). Se ha desempeñado como docente en diversos programas de post grado (U. Católica de Valparaíso, U. Católica de Maule y Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación) y en la Universidad Austral de Chile (pregrado). Se ha desempeñado además como profesional del Ministerio de Educación de Chile y como investigador del Consorcio Universitario Fernando de Los Ríos (Granada, España). En la actualidad, trabaja en la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación en el Programa de Magíster en Educación.

 

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