martes, 1 de abril de 2025

Manguel, Alberto (2002) Leyendo imágenes. Una historia privada del arte. Reseñado por Gabriela Cruder

 

Manguel, Alberto (2002) Leyendo imágenes. Una historia privada del arte. Bogotá Grupo Editorial Norma. (Título original en inglés: Reading pictures)

356 pp.
ISBN 958-04-6589-4

Reseñado por Gabriela Cruder
Universidad Nacional de Luján

9 de febrero de 2004

Mi primer contacto con Alberto Manguel fue a través de su libro “Una historia de la lectura” (1999). El texto brinda interesantes informaciones y una perspectiva particular: Este autor no se propone hacer LA historia de la lectura sino una recorrida por el terreno mojonado por sus experiencias. Las páginas están pobladas de recuerdos y, la memoria de los textos leídos en la escuela, los datos buscados para la ocasión, todo el material que se expone en el texto, no hacen más que hilvanar su contacto con los libros, experiencia que, sin embargo, trasciende lo personal y –como señala el refrán a propósito de los afamados escritores- al pintar la aldea... consigue pintar el mundo (de lo libros, claro).

En “Una historia de la lectura”, la materia de reflexión, encarnada en un objeto tan caro a la vida escolar, aseguraba un amplio campo de lectores interesados en el tema. Me preguntaba si resultaría del mismo interés para quienes participamos del campo de la educación el nuevo libro que nos propone Manguel.

En este caso, la materia significante escogida son las imágenes y, si bien el centro de su análisis encuentra en el campo particular del arte los objetos de su mirada, el recorrido propuesto y sus aportes inician su camino –también en esta oportunidad- a partir de sus experiencias más personales y subjetivas, para alcanzar –luego- otro nivel de reflexión.

La anécdota, que prontamente queda atrás –sin ser abandonada definitivamente- abre camino a los conceptos, datos, algunos señalamientos, útiles tanto para el lector iniciado como para quienes se acercan a este libro como un primer texto referido al tema.

Pero ¿qué es lo que especialmente pueda interesar a los educadores ajenos al área que comunmente se denomina como educación artística?

Si por un momento pensamos y reflexionamos acerca del tiempo y espacio dedicado a la imagen en el campo de la educación, sin demasiadas dificultades puede observarse que escasamente se la trabaja como objeto de estudio y que -práctica y frecuentemente- es demonizada o utilizada –pragmáticamente- ilustrando algún caso o poco más que eso. Los capítulos del libro de Manguel proponen al lector distintas “funciones” de la imagen, que –entiendo- son excusas para dar cuenta de todo lo que ofrecen a la vista cuando la mirada se detiene en ellas. Los ensayos a partir de un autor y sus imágenes se suceden sin respetar un orden temporal, en tanto que los estilos y materias significantes cambian con cada uno de los protagonistas y sus obras; sin embargo, encontramos una preocupación que permanece y es la que plantea la necesidad de asir un significado, la mirada que ese lector/observador que es Manguel nos devuelve a cada paso y que podría encontrarse sintetizada en las palabras que siguen.

(A propósito del siglo XVI) “... una pintura, fuera un retrato o una escena, fuera religiosa o alegórica, histórica o privada, tenía por objeto ser leída. Éste era un rasgo inherente y esencial del acto estético: la posibilidad mediante un vocabulario compartido de una comunicación entre el punto de vista del pintor y el del público. Se podía admirar un cuadro por su pericia artística o su contenido, pero más allá de la admiración estaba la promesa de aprender algo o de reconocerlo, cuando menos.” (p.141)

Manguel señala que se ha producido una ruptura y no contamos con un vocabulario compartido. En este sentido, extendemos la reflexión a la escuela y su rol en relación con este campo, dado que si partimos de reconocer que “el ojo no se sacia con ver”, encontramos inmediatamente un sinnúmero de aspectos que requieren ser abordados, enseñados, discutidos y que, si no son tomados en cuenta, obstaculizan la mirada, banalizan la “vista”.

Reconociendo que “compartimos ciertas imágenes básicas” como las de los avisos publicitarios, el autor incorpora la preocupación por todas las imágenes, no sólo las del campo del consumo más extendido y presente a diario. Y de su preocupación, de volver central esta preocupación, da cuenta el libro.

Sin hacer de ello un método de lectura de imágenes, el recorrido propuesto al lector atraviesa –como señalábamos- el tiempo, y recorremos los más diversos territorios en las páginas del libro. Lo sagrado y lo profano, lo popular y lo “culto”, lo explícito y lo secreto... encuentran aquí y allá, en los distintos capítulos, un lugar que recupera la posibilidad de leer las imágenes y sus relatos.

A la manera de un arqueólogo, o como él mismo se define: “viajero inquisitivo y caótico”, Alberto Manguel desmonta la “memoria iconográfica” de las más variadas materias y nos devuelve un relato que, como en “Una historia de la lectura” hacen que lo “privado” y único de sus emociones, apreciaciones y comentarios, excedan no sólo lo particular, personal, sino también el campo de lo estrictamente artístico.

Tienen un lugar en el texto Caravaggio y Tina Modotti, Pablo Picasso y Lavinia Fontana, las discusiones sobre la conveniencia de erigir un monumento al Holocausto, o la vida de Antonio Francisco Lisboa –el Aleijadinho- y las preguntas en torno de la identidad del Brasil o de Canadá, a propósito de las pinturas de Marianna Gartner, y tanto más...

Para finalizar, y en sintonía con la tarea que realiza el autor en la Conclusión, transcribo parte de la lista que se esmera en detallar: “Faltan aquí las lecturas de las extensas artes ajenas a la cultura de Occidente; faltan las lecturas tentativas del arte prehistórico; faltan las lecturas de la emblemática y el arcano vocabulario pictórico del Renacimiento; faltan las lecturas de la iconografía política del siglo XIX...”

Afortunadamente no falta lo que está, por lo que el libro invita a su lectura.

Referencia

Manguel, Alberto (1999) Una historia de la lectura, Santa Fe de Bogotá, Editorial Norma (Título de la edición original: A history of reading, Knopf Canadá, Toronto, 1996)

Acerca del autor

Alberto Manguel nació en Buenos Aires en 1948. Vivió en Italia, Francia, Inglaterra y Tahití, y en 1985, luego de una estadía de tres años en Canadá, se hizo ciudadano canadiense. Autor de la internacionalmente aclamada Una historia de la lectura, de En el bosque del espejo y de la novela Noticias del extranjero, Manguel ha sido también ensayista, editor, autor de libros extraordinarios como El diccionario de lugares imaginarios y de varias antologías de cuentos. Pueden leerse numerosas colaboraciones realizadas por el autor, en periódicos que se publican en Argentina. En especial, en las páginas de suplementos culturales.

Acerca del autora de la reseña

Gabriela Cruder es Jefa de Trabajos Prácticos, División de Educación a Distancia, Departamento de Educación, Universidad Nacional de Luján. Actualmente cursando estudios de Doctorado en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Ha realizado videos y cuenta con publicaciones en el área de educación, medios e imagen.


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