Ornelas, Carlos. (Compilador). (2002). Valores, calidad y
educación: Memoria del primer encuentro internacional de
educación. México, DF: Editorial Santillana.
311 pp.
ISBN: 970-29-0184-7
Reseñado por Edith J. Cisneros-Cohernour
Universidad Autónoma de Yucatán
22 de septiembre de 2004
El libro Valores, calidad y educación: Memoria del
primer encuentro internacional de educación presenta las
memorias del Primer Congreso Internacional de Educación
organizado por la Editorial Santillana. Este congreso, realizado
del 15 al 16 de febrero de 2002 en la ciudad de México,
contó con la presencia de 300 participantes entre maestros,
administradores escolares, filósofos e investigadores
educativos de diferentes partes del mundo.
El compilador de las memorias, Carlos Ornelas, hace un trabajo
excelente organizando los diferentes ensayos acerca de los tres
temas centrales del congreso: valores, calidad y educación.
Los autores dan un diferente énfasis a estos temas, y en
algunos casos proponen nuevas temáticas para análisis
futuros.
Entre los trabajos que enfatizan los temas de valores y
educación se encuentran los ensayos de Martínez,
Latapí, García y Levinson. Los dos primeros autores dan
más peso a qué valores deben promoverse. Martínez
opina que la educación debe desarrollar la autoestima de los
estudiantes porque la considera esencial para el desarrollo del
deseo de superación tanto en las ciencias como en las artes.
Además de la autoestima, Martínez cree que las escuelas
deben promover un sentido de justicia, y racionalidad para la
resolución de diferencias entre las personas. En su
opinión, la escuela debe centrarse en el presente pero debe
también tener en cuenta el pasado y el futuro. Por su parte,
Latapí opina que una educación de calidad debe
desarrollar en los estudiantes su carácter, su inteligencia,
así como la compasión, y la sensibilidad a las
necesidades de los demás. De acuerdo con este autor, un
estudiante debe ser educado de tal manera que desarrolle su
autoestima y su sentido de logro, pero también debe aprender
que la libertad implica responsabilidad hacia las necesidades de
los demás. Para Latapí, las escuelas deben promover una
formación integral.
Los ensayos de García, Levinson y Savater se enfocan
más en quién es responsable por promover estos valores.
Para García la responsabilidad radica primordialmente en el
docente. Los cambios en la educación del siglo XXI, tales
como la globalización, la descentralización,
autonomía, el impulso a la tecnología y los medios de
comunicación, tienen implicaciones en el papel del maestro.
Éste debe ser no sólo experto en su campo de
conocimiento y poseer destrezas para la enseñanza, sino que
también debe contribuir al desarrollo integral del
estudiante al promover valores tales como la comprensión, la
tolerancia, el respeto, la honradez, la veracidad, los buenos
modales, la coherencia en sus convicciones. De acuerdo con
García, la calidad de la educación que el maestro
promueva dependerá de la dignidad, profundidad y
extensión de los valores que haya sido capaz de suscitar y
actualizar.
Levinson, por su parte, se centra en el papel que la escuela
tiene en el desarrollo de la formación ética y
cívica de los estudiantes. Este autor está
particularmente interesado en la formación de valores
democráticos y utiliza los datos de una investigación
etnográfica llevada a cabo en una escuela secundaria federal
mexicana para ilustrar cómo la escuela puede o no contribuir
a la formación de valores tales como la solidaridad, la
cohesión o la cooperación social. Para Savater, es
esencial que en nuestra sociedad los valores sean enseñados
a las nuevas generaciones de forma tal que les permitan
reflexionar acerca de su cultura y los valores inmersos en
ésta, así como para decidir que valores transmitir a
las generaciones futuras.
Entre los autores que enfatizan los temas de calidad y
educación se encuentran Siller, Weiss, Alonzo, Ornelas, y
Schmelkes. La preocupación de Siller es la calidad en un
contexto de desigualdad. Él considera que una educacion de
calidad debe centrarse en resultados, pero debe dar especial
atención a mejorar las condiciones de pobreza de los
educandos. Una educacion de calidad es desde su perspectiva, "un
imperativo moral, condición de desarrollo y factor
determinante de estabilidad social" (p.260). En este contexto,
los procesos de evaluación, investigación e
innovación educativas deben ser permanentes y
sistemáticos, para obtener "datos confiables y validos
acerca de indicadores, tales como el número de escuelas, los
maestros, los estudiantes, la permanencia, deserción, y
aprobación" (p.267).
Por su parte, Weiss y Alonzo se enfocan en cómo pueden
establecerse programas y organismos para mejorar y evaluar la
calidad de la educación publica. Weiss analiza los programas
federales para extender la cobertura y eficiencia de la
educación en las zonas rurales, la telesecundaria, los
programas compensatorios, la compensación a los docentes,
las asociaciones de padres de familia, entre otros. Alonzo, hace
una reflexión de las necesidades de reformas estructurales,
en la legislación y la organización de las
instituciones gubernamentales, a fin de mejorar la eficiencia y
funcionamiento de la administración pública. Su ensayo
apoya la creación del Instituto de Evaluación que
proporcionará al poder legislativo los criterios para la
asignación del un presupuesto que, en opinión de este
autor, garantice la calidad y equidad de la educación
pública.
Ornelas y Schemelkes, se centran en aspectos de
evaluación. El ensayo de Ornelas se enfoca en el
estímulo de “carrera magisterial”, creado para
mejorar la calidad educativa. De acuerdo con este autor, aunque
este estímulo ha contribuido a mejorar el ingreso
económico de los maestros y la capacitación de los
docentes en ejercicio, ha producido también algunos
resultados indeseables. Entre estos se encuentran la
competición y las conductas poco éticas por parte de
aquellos más preocupados más por obtener el
estímulo que por mejorar la calidad de la práctica
docente. En opinión de Ornelas, la creación de la
carrera magisterial ha fallado en obtener el resultado esperado
de mejorar la calidad de la educación, lo cual es evidente
en el pobre desempeño de los estudiante mexicanos en los
resultados de estudios internacionales como el Third
International Mathematics and Science Study (TIMSS, 1993), y los
estudios de PISA, y UNESCO.
Aunque Schmelkes también se centra en aspectos de la
evaluación, ella enfatiza la dificultad de establecer una
relación causal entre evaluación y calidad educativa.
De acuerdo con esta autora, la evaluación que más
contribuye a mejorar la educación es la que se realiza en
función de la planeación educativa. Sin embargo, ella
opina que la evaluación por sí misma no puede mejorar
la calidad de la educación, ya que nunca podremos evaluar
cualitativamente todo lo que pretendemos que la educación
sea capaz de lograr. Asimismo, la evaluación no puede
ofrecer explicaciones acerca de qué es lo que produce los
resultados, ni las diferencias encontradas.
Entre los autores que ofrecen nuevas temáticas para un
análisis futuro se encuentran Zorrilla, Waldegg y Frausto
Siller. El ensayo de Zorrila se enfoca en las tensiones y
obstáculos que existen dentro del sistema educativo
mexicano, y que a su vez generan dificultades en el diseño y
ejecución de las políticas educativas. Por su parte,
Waldegg está preocupada por la tecnociencia y la necesidad
de democratizar el conocimiento científico y
tecnológico para que los ciudadanos adquieran una cultura
científica. Ella considera que si los ciudadanos poseen a
una edad temprana los elementos mínimos de los procesos de
producción del conocimiento científico, esto les
permitirá comprenderlos al igual que sus exigencias, y los
guiará hacia un escepticismo saludable. Para Waldegg, los
responsables de los sistemas educativos deben ser los primeros
que deben poseer una cultura científica, ya que son ellos
quienes deben proveer el acceso a la ciencia a una gran
mayoría del público escolar.
Frausto Siller por su parte, esta preocupado porque las
políticas educativas que guían los procesos de
enseñanza aprendizaje se examinen con base en una
concepción del contexto sociocultural y de los valores en
las que aquellas se originan. Este autor cree que para lograr un
cambio cualitativo en la calidad de la educación en nuestro
país no es suficiente con incrementar el numero de escuelas
e innovaciones educativas, sino cambiar la forma en que
“concebimos la educación, sus contenidos, sus
métodos y propósitos" (p.253).
En general, puede decirse que los diferentes ensayos
identifican aspectos críticos acerca de la formación de
valores y la calidad de la educación. Se aprecia un
interés común entre los autores de que las
instituciones educativas sean responsables de proveer a los
estudiantes con una educación holística, que les
permita desarrollar su autoestima y las habilidades y
competencias para desempeñarse en un mundo cada vez más
competitivo, y que desarrolle valores, particularmente aquellos
vinculados con la responsabilidad hacia los demás. Los
autores parecen también tener un interés
preocupación por la responsabilidad y los retos que
enfrentan las instituciones educativas, particularmente de los
docentes, de quienes se tienen muy altas expectativas para el
logro de una educación de calidad que responda a los retos
del Siglo XXI y al desarrollo integral de los estudiantes.
En relación con las temáticas de calidad y
evaluación, se aprecia la necesidad de un análisis
más profundo. Aunque es evidente que existen serios
problemas en cuanto a la calidad de la educación mexicana,
es necesario tener presente que la complejidad de los procesos
educativos requiere de una evaluación holística que sea
sensible a la multiplicidad de factores que influyen en el
aprendizaje de los estudiantes y en que éstos puedan
alcanzar los estándares esperados. Aunque el docente tiene
un papel muy importante en este proceso, es importante recordar
que éste es sólo uno de los factores que intervienen en
el aprendizaje. Otros actores como los padres, los integrantes de
las comunidades en las que se encuentran inmersas las escuelas,
las autoridades educativas, y aquellos que establecen las
políticas y proveen los recursos, tienen también un
papel muy importante en la calidad educativa. Es necesario, que
las evaluaciones tomen en cuenta el contexto así como la
influencia de los múltiples factores dentro del sistema
educativo mexicano que afectan el mejoramiento de la calidad de
la educación.
Acerca de la autora de la
reseña
Edith J. Cisneros-Cohernour es Profesora Investigadora
Asociada a la Facultad de Educación de la Universidad
Autónoma de Yucatán, México. Ella recibió su
grado de Doctor en Ciencias (Ph.D) de la University of Illinois
at Urbana-Champaign en diciembre de 2001. Durante 1995-2001
estuvo también afiliada al Center for Instructional Research
and Curriculum Evaluation de la Universidad Autónoma de
Illinois. Sus áreas de interés son evaluación, y
desarrollo profesional y organizacional. Asimismo, tiene un
fuerte interés en la investigación cualitativa y la
educación de estudiantes de diversa herencia étnica y
cultural.
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