jueves, 1 de mayo de 2025

Haydon, Graham. (2003). Enseñar valores: Un nuevo enfoque. Reseñado por Antonio Bolívar

Reseñas Educativas/Education Review

 

Haydon, Graham. (2003). Enseñar valores: Un nuevo enfoque. Madrid: Ediciones Morata.

222 pp.
ISBN: 84-7112-485-8

Reseñado por Antonio Bolívar
Universidad de Granada

Diciembre 4, 2004

A medida que se incrementan los problemas sociales y disminuye la capacidad educativa de la familia y otras instancias socializadoras, más se acude y demanda a la escuela que contribuya a solucionar los problemas que nos aquejan. De este modo, una “ola” de educación en valores ha recorrido las últimas reformas educativas y los nuevos currículos. Dicho recurso, en muchos casos, ha tenido una función retórica o legitimadora, en tanto no se habilitaban tiempos y espacios para ser llevada a cabo, no se ponían los apoyos precisos (materiales, formación) o no se intervenía en los contextos sociales originarios. A su vez, con los nuevos vientos de eficacia, calidad y énfasis en los resultados, en una “vuelta a lo básico”, los valores han venido a quedar silenciados en las últimas propuestas oficiales. Dentro de este contexto, un libro como el de Graham Haydon puede contribuir a repensar qué se debe hacer en la educación cívico-moral de la ciudadanía, pues, como señala, “reflexionar sobre los valores es una forma de conseguir un cuadro más claro de lo que estamos tratando de hacer y de lo que define en qué consiste hacerlo bien”.

En primer lugar, como contexto general, el autor se cuestiona sobre qué papel juegan los valores en la educación, en los fines de la educación y en la función de la escuela actualmente. Si bien en la enseñanza, las cuestiones de valor son inevitables, los modos concretos como se implementen son variables y discutibles. Dentro de la reflexión sobre los fines de la educación y, más específicamente, los objetivos de los docentes y escuelas, se debe pensar en la aportación y resultados que las escuelas puedan lograr . La educación pública se configuró como la institución necesaria para la formación e identidad de la ciudadanía, en la que tiene un papel de primer orden los valores.

Después de situar dicho marco general, el libro se divide en cinco partes. La parte II se dedica a la diversidad de valores, como modo para ayudar al lector a clarificar los conceptos y problemas que se presentan en las sociedades modernas, así como a los valores concretos de tolerancia y compromiso como respuesta a la diversidad. La parte III se refiere a la idea de moralidad, explorando las formas en que la gente y los docentes tienen de ella, al tiempo que se aclaran las dudas que suscita y su papel, independiente del marco religioso. La parte IV vuelve a las controversias específicas que atañen a los valores, en especial a aquellas que suelen provocarse en el aula. En la V se plantea cómo debemos entender las ideas de la educación en valores y la educación moral, así como en qué están mejor situadas las escuelas para actuar en este campo. Por último, la VI parte plantea cuestiones y formula sugerencias sobre el papel de los valores en la formación profesional de los docentes y en la ética profesional. En fin, un amplio y variado panorama de la educación en valores que pueda servir de base para la reflexión e implementación en las aulas, pues -como señala Haydon en el prefacio- “la profesión docente debe hacer suya la reflexión sobre las cuestiones que se plantean sobre los valores, si no quiere dedicarse siempre a responder a un plan moral fijado desde el exterior”.

Los valores que se pueden promover en la enseñanza son variados. No sólo se enseãn valores morales sino también , igualmente valiosos son los valores no morales como lo son los valores estéticos, personales, etc.. Lo que hace que sean morales no es su contenido, sino los tipos de razones que los apoyan. Hay dilemas, conflicto y pluralidad de valores, pero una educación moral puede contribuir a aminorarlos por medio de valores como la tolerancia o el compromiso con el grupo. En una sociedad diversa y pluralista, la tolerancia se convierte en una virtud de primer orden. En último extremo, las acciones docentes de enseñar valores dependerán de lo que se entienda por “moralidad”, a lo que dedica la III parte. Describiendo un conjunto de razones para enseñar la moralidad, es preciso explicar por qué no sea en la educación una forma de imposición (adoctrinamiento que impida al alumnado pensar por sí mismo: “la idea de imponer la moralidad sobre los demás se convierte en una contradicción en sus términos. Las personas tienen que apreciar la fuerza del pensamiento moral por sí mismas y la educación moral tendrá un papel que desempeñar capacitando a las personas para ver lo que, en último término, tendrán que ver por sí mismas, sin imponerles nada” (p. 114).

Los docentes también han de ser conscientes de controversias que atraviesan la acción educativa en valores, tales como el tratamiento educativo que haya que hacer del aborto, la educación ambiental o el trato a los animales. Especialmente en el contexto de una sociedad multiconfesional cuando no multicultural, se plantea el lugar que deba ocupar la enseñanza de la religión. Haydon analiza los pros y contras, y defiende que la escuela estatal debe ser secular no en el sentido fuerte de que toda mención a creencias religiosas esté excluido, sino en el de que “no se comprometan a educar a los niños en una fe ni mantengan la superioridad de una cosmovisión religiosa sobre otra no religiosa” (p. 151).

En los países hispanoamericanos se ha generalizado en la última década, por influencia sajona, la expresión “educación en valores”, frente a la más habitual de “educación moral”. Haydon, al comienzo de la parte V, dice que, aunque no hay una distinción firme y sistemática entre ambos términos, “educación en valores” quiere abarcar todos los valores susceptibles de educación, por lo que incluye los llamados temas transversales. La educación moral no puede ser relegada a la enseñanza de la religión, ni tampoco es defensible un pretendido “objetivismo” o “neutralismo”.. La escuela no debe transmitir valores en un sentido de “adoctrinamiento” (aceptación acrítica, con algún tipo -directo o indirecto- de coerción), sino de modo que capacite al estudiante a pensar y decidir por sí mismo, de acuerdo con la tradición liberal de la autonomía moral. Es de esta forma que el diálogo constructivo y el debate se convierten en medios privilegiados para construir una educación moral.

La sexta y última parte que cierra el libro se dedica a “los valores en la profesión docente”. La enseñanza es un quehacer moral en un doble sentido: el profesorado desempeña un papel relevante en la formación de las nuevas generaciones, y -por su propia naturaleza- el oficio de enseñar implica tomar decisiones morales en situaciones de incertidumbre. Si la enseñanza no es una tecnología aplicada, el profesor tiene que entrar continuamente en las cuestiones de los valores. La formación docente debe incluir la formación en competencias para educar en valores, al tiempo que una deontología profesional puede contribuir a reafirmar el sentido de profesión de la enseñanza. Sin embargo, existe en los programas de formación del profesorado un predominio de enfoques técnico-academicistas y la ausencia generalizada del desarrollo del carácter y educación moral.

Con un estilo analítico--muy inglés-de clarificación conceptual, al tiempo que, en un enfoque filosófico, el libro busca la razón del por qué de las cosas, propio de la formación filosófica del autor. En ocasiones, no obstante, se vuelve insatisfactorio al no quedar clara la postura que defiende el autor, al haberse movido presentando razones a favor o en contra de las diversas posturas examinadas o de los términos descritos. Si bien esto ayuda a reflexionar sobre temas como los valores, la moralidad yel pluralismo, por otro lado, al adoptar un enfoque conceptual, hay una ausencia de orientaciones metodológicas y prácticas para conducir una educación en valores . Adoptando un enfoque filosófico, los principales debates (liberalismo vs. comunitarismo, republicanismo cívico, etc.) que recorren los enfoques del campo están escasamente reflejados.

Abogando por la inclusión en el currículum de la educación en valores y las cuestiones transversales para reafirmar la función educativa de la escuela, el autor no oculta algunos de las problemas sociales y didácticos que tiene su puesta en práctica. Para Haydon, primero estaría la clarificación conceptual y, en segundo lugar, los asuntos didácticos para su implementación. Además, en sus páginas se muestra cómo la asunción de estas tareas de parte de los docentes, cuando no hay vínculos de articulación entre familia/escuela/medio social, genera tensiones y retos.

El contexto en que se mueve el libro, en ejemplos y situación de la educación, como no podía ser menos, es el inglés, lo que limita su alcance en otros lugares. No obstante, en la medida en que los problemas educativos y, en especial, de la educación en valores son -en gran medida- comunes, las cuestiones planteadas tienen actualidad para cualquier lector. El libro, escrito en un lenguaje accesible -no requiere tener una sólida formación filosófica-, está dirigido al profesorado de la Educación Obligatoria, así como a los futuros docentes, para ayudarles a reflexionar sobre temas como los valores, la moralidad, el pluralismo, la tolerancia, la relación entre moralidad y religión, y los fines de la educación.

Abogando por la inclusión en el currículum de la educación en valores y las cuestiones transversales para reafirmar la función educativa de la escuela, el autor no oculta algunos de las problemas sociales y didácticos que tiene su puesta en práctica. Para Haydon, primero estaría la clarificación conceptual y, en segundo lugar, los asuntos didácticos para su implementación. Además, en sus páginas se evidencia la asunción de estas tareas por parte de los docentes, cuando no hay vínculos de articulación entre familia/escuela/medio social, genera tensiones y retos.

Sin embargo, falta un análisis sobre cómo los grandes valores (en abstracto) se tienen que traducir en normas de comportamiento, de forma que den lugar a los correspondientes hábitos, para vivirlos en la trama organizativa del centro. La formación de normas, hábitos y valores se produce en el ámbito del centro escolar, más que aisladamente en cada aula y disciplina. Superar –entonces– que quede relegada a unas horas de clase semanales, desconectada de lo que se hace y se vive en las demás clases y pasillos-recreo, conduce –en efecto– a la acción conjunta de todo la escuela. Esto supone hacer de la escuela un proyecto, como acción educativa común, donde además, es preciso conjugar la lógica disciplinar de las áreas o materias, con aquellas dimensiones sociales actuales, moralmente relevantes, ante las que la escuela no debiera inhibirse. En este plano práctico, se formulan escasas sugerencias sobre cómo en los contenidos curriculares y en los propios contextos interactivos del aula/centro se deban vivenciar y manifestar aquellos valores, normas y actitudes en las que razonablemente sería deseable educar, dando a la enseñanza esa otra dimensión que la convierte en educación.

Acerca del autor del libro

Graham Haydon es profesor de Filosofía de la Educación en el Instituto de Educación de la Universidad de Londres, en la Educational Foundations and Policy Studies, que dirige el Sally Power. Esta obra recibió el Segundo Premio de la Standing Conference on Studies in Education. Sus intereses están centrados las dimensiones moral y política de la filosofía de la educación (educación para la ciudadanía, educación en una sociedad multicultural, ética profesional, ética de la enseñanza). Sus últimas obras relacionadas con esta temática: “Moral education”, en R. Curren (ed.) Companion to Philosophy of Education (Oxford, Blackwell, 2002); Values, virtues and violence. Education and the public understanding of morality (Oxford, Blackwell, 1999); 50 Years of Philosophy of Education; Progress and Prospects (Londres: Institute of Education, 1998); Education and the Crisis in Values: Should we be Philosophical about it? (Londres: Institute of Education, 1993). Entre sus artículos últimos: The Moral Agenda of Citizenship Education, The School Fiel, Vol.10 (3/4, 1999); The Moral Development of Society, Journal of Philosophy of Education, 33 (1, 1999).

Acerca del autor de la reseña

Antonio Bolívar es Catedrático de Didáctica y Organización Escolar en la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Granada (España). Entre sus libros sobre el tema, cabe destacar: Los contenidos actitudinales en el currículo de la Reforma (Madrid, Escuela Española, 1992); Diseño Curricular de Etica para la Enseñanza Secundaria Obligatoria (Madrid, Síntesis, 1993); La evaluación de actitudes y valores (Madrid, Anaya/Alauda, 1995), Educar en valores. Una educación de la ciudadanía (Sevilla, Consejería de Educación y Ciencia de la Junta de Andalucía, 1998); (con J. Taberner y M. Ventura) Formación ético-cívica y Educación Secundaria Obligatoria (Granada: Proyecto Sur de Ediciones, 1995); y (con J. Taberner) la edición e introducción de E. Durkheim La educación moral (Madrid: Trotta, 2002); “Ciudadanía y escuela pública en el contexto de diversidad cultural”, Revista Mexicana de Investigación Educativa, 20 (enero-abril, 2004).

 

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